La Orden de Frailes Predicadores, desde sus orígenes, ha visto en María no solo el modelo perfecto del cristiano sino también del apóstol. Por eso, a través de su historia, ha honrado y venerado su memoria con una devoción conocida y difundida universalmente: EL ROSARIO.
El Rosario nació de la predicación
La predicación anuncia los grandes misterios de nuestra Salvación y nos invita a descubrir los designios de Dios y a manifestarlo en una vida conforme al Evangelio. Pero esta palabra escuchada hay que meditarla y hacerla oración. Por esto el Rosario ha nacido de la predicación.
El Rosario es una predicación
Cuando el creyente medita los acontecimientos de nuestra salvación en el Rosario, escucha la Palabra de Dios. El Rosario contiene y sintetiza el objeto fundamental de la Predicación del Evangelio. Por eso el Rosario, por sí mismo es una Predicación.
El Rosario es una predicación popular
Nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestros triunfos y nuestros fracasos nos llevan a comprender los gozos, los sufrimientos y los triunfos de Jesús y de su Santa Madre.
Cada vez que el creyente recita y medita los misterios que nos dieron vida, revive el mensaje del evangelio y experimenta la presencia constante de Jesús en su propia vida.