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Los frailes estudiantes de la Orden de Predicadores le apostamos a vivir la virtud de la caridad por medio de diversas actividades apostólicas, pero especialmente acompañando a las personas más necesitadas de los barrios vecinos al Convento Santo Domingo de Bogotá a través de obras sociales, poniendo como eje trasversal la formación humana y cristiana, la cual presupone el apoyo material y espiritual a quienes lo necesiten.

Por eso nace “Sobre Pieles Vivas”, remembrando a un Domingo joven, que siendo canónigo renuncia a tener lo más preciado para dárselo a los pobres: yo no quiero estudiar sobre pieles muertas, mientras mis hermanos mueren de hambre. Es así como nosotros, los frailes estudiantes, mediante esta obra queremos desarrollar un plan misionero de evangelización y misericordia que contemple acciones concretas como:

Misión

Dejar ver el rostro misericordioso de Dios a través de obras de misericordia concretas, llevando un mensaje de fe, esperanza y caridad, a quienes lo necesitan. Por lo que es necesario conjugar el aspecto social y pastoral en un caminar juntos.

Visión

Escuchar con atención los signos de los tiempos que en cada lugar y contexto se expresan con diferentes colores, por lo cual el estudiantado dominicano está dispuesto a escuchar y llevar a todos la esperanza de la Resurrección.

Por qué nace “Sobre Pieles Vivas”

La actividad misionera de la Iglesia está guiada por la fe en el Resucitado que nos invita a tener esperanza en el mundo venidero. Así pues, el estudiantado dominicano de la provincia de San Luis Bertrán de Colombia, en un contexto de pandemia, puso su mirada en los más vulnerables, en aquellos preferidos de Dios. La misión, que nació y sigue naciendo del amor y la caridad, ha venido movilizando el corazón y las manos generosas de tantos hombres y mujeres que a lo largo del tiempo han dado testimonio del Resucitado construyendo el Reino desde su propia historia.

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Durante los próximos cuatro años Sobre Pieles Vivas busca escuchar los signos de los tiempos, viendo en el necesitado el rostro de un hermano, el rostro de un Dios que se encarna en la humanidad y comparte nuestra miseria, de un Dios que se entrega por todos.

La opción preferencial por los pobres, no es una mera ideología, sino que encarna el mismo sentido evangélico a la que todo cristiano esta llamado: construir el Reino de Dios con sus hermanos, aquellas pieles vivas que han estado afectadas por la pobreza y soledad. Ellos y ellas son el testimonio de un Cristo sufriente al que la mano de un hermano puede llegar a ser bálsamo de resurrección. Porque, en definitiva, en el Reino de Dios los pobres son bienaventurados.

La fe, esperanza y caridad nos mueven como cristianos consagrados a poner nuestra mirada en los más necesitados, una mirada que va más allá de una pura necesaria asistencia; que ha implicado y continúa siendo un caminar juntos, un compartir la fe, pues una misión no solo tiene una vía, ya que se necesita también dejarse contagiar de la creatividad y la experiencia de salvación que todos viven. Es una experiencia donde las dos o más partes se enriquecen mutuamente.