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No solo bastan las palabras y las promesas, si no hay un obrar concreto en nuestra vida Cristiana

|  septiembre 27 de 2020  |

Querida comunidad, en el Evangelio de hoy la figura del dueño de la viña aparece de manera paternal, pues invita a sus dos hijos a ir a trabajar en la viña, ya no con el fin de una paga, sino en la misma construcción del reino de Dios, en donde encuentra dos tipos de respuestas o aptitudes; la primera de ellas la del hijo que se niega a ir, pero que finalmente va y la segunda la de su hijo que acepta pero que nunca va, así pues, es preciso reflexionar más a profundidad sobre ellas, ya que nos presenta dos requisitos fundamentales  para todos aquellos que anhelamos alcanzar dicho reino, como lo es entonces, el acto de creer por medio de nuestra voluntad y el mismo arrepentimiento de nuestros actos y faltas, sin embargo, esta decisión solo está en nuestros manos, como sucedió con los dos hijos.

El primero de ellos, que a pesar de haberse negado inicialmente a la invitación que le hace su padre, decide menguar su error, tomando una aptitud de arrepentimiento para ir a trabajar en la viña del Señor, ¿ pero que implica el arrepentimiento en la vida cristina? Es sentirnos necesitados del perdón y de la misericordia del Señor, por nuestros actos cometidos frente a los demás y con nosotros mismos, sin embargo, solo es verdadero cuando viene de un corazón contrito y humillado, capaz de generar cambios en la forma de vida, sin importar en el fango en donde se encuentre y que mayor ejemplo que el de los paganos y prostitutas, que decidieron poner su voluntad y su fe en el Señor para pasar de una vida inmoral, a una vida espiritual de Seguimiento y escucha al padre.

Por otro lado, nos encontramos con la figura del segundo hijo, en donde no solo bastan las palabras y las promesas, si no hay un hecho concreto, puesto que en  nuestra vida Cristiana debe haber un ejemplar comportamiento entre lo que se dice y se hace, pues no son suficientes las devociones de piedad, sino hay un hecho concreto de seguimiento y consagración al Señor, reflejado tanto en nuestra vida espiritual, comunitaria, social y familiar, pues de nada sirve hacernos llamar Cristianos, sino hay en nuestras vidas obras de misericordia y caridad ante nuestros hermanos, sino no hay actos de fe que nos impulse a seguir confiando en el Señor a pesar de las diferentes adversidades y problemas, sino no hay obras de evangelización que nos mueva a seguir predicando la palabra del Señor, especialmente hacía los más pobres y necesitados, sino no hay valores cristianos como el amor, el perdón, la comprensión, la justicia en donde se  busque el bien común de los demás y no el personal.

Asimismo, es fundamental que nuestra voluntad este unida a la del sumo bien, esto es, saber comprender que es lo que quiere Dios para nuestras vidas y en nuestro quehacer, de ahí la importancia de la oración como aquel canal que nos conduce espiritualmente hacía él, no se trata tampoco de un misticismo emocional solamente, sino de una oración que nace de los más íntimo del ser, de la inteligencia, de la fe, de la misma forma, es una oración perseverante, cargada de confianza en que realidad somos escuchados por nuestro padre celestial, y finalmente como nos lo recuerda el papa Francisco la oración debe contener valentía para ponernos delante del Señor para pedirle aquello que necesitamos según su voluntad.

Así pues, en efecto esto nos debe conllevar a seguir respondiendo a la invitación que el Señor nos hace de manera particular, hacía la construcción de su reino, desde las diferentes vocaciones, carismas, dones y profesiones que él nos ha dado para servirle a Él y a los demás. Sin dejar de olvidar su infinita misericordia, que tiene para con cada uno de nosotros, puesto que a pesar de las veces que le digamos que no, Él continua esperando hasta que decidamos seguirlo realmente de obras y hechos, mas no solo de palabras, para trabajar en su viña.

De esta manera, querida familias pidámosle al Señor que nos permita permanecer en su voluntad para seguir trabajando en su viña, hacía esa construcción de su reino, con un corazón realmente contrito y humillado, capaz de seguir escuchando su palabra, y a la vez siendo capaz de dar frutos por medio de nuestro obrar hacía con los demás.


foto: https://thinhviendaminh.net/chua-nhat-xxvi-tn-lam-theo-y-cha/mt-2128-32/  


Fray Norberto Vargas Prada, O.P.

  • Primer año de Filosofía.
  • Cursa segundo semestre de Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Santo Tomás.

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