La corrección fraterna; ejemplo de misericordia
| septiembre 06 de 2020 | POR: Fray Brayan Armando Álvarez Contreras, O.P. |
Hablar de la corrección del hermano, es decir del otro, no es para nada fácil, pues, los otros suelen conocer los defectos de cada uno, asi que la conciencia misma hace que sea más complicado tratar de hablar de bondades cuando no hemos dado en muchos casos testimonio de ello. Pero el sentir temor y dureza para hablar de la corrección como acto de misericordia no puede ser una excusa para no hablar de bondades como la corrección, es decir, de la misericordia, pues el evangelio contantemente nos está llamando a ser misericordiosos y puntualmente el evangelio de hoy nos invita a practicar un acto de bondad, es decir, de misericordia.
En efecto, quisiera partir de lo siguiente, el relato evangélico se puede ver de alguna forma fragmentado en tres contextos, el primero la solicitud de atender los errores del otro, del hermano con compasión y caridad, en el segundo párrafo y contexto se puede evidenciar uno de los mensajes interpretados y ubicados en el ámbito del sacramento de la confesión -en algunos casos- debido a el acto de retener o no en nuestro corazón la soberbia y la impiedad con el hermano lo cual es de alguna manera causa de nuestro estado futuro, o más bien como lo dice el evangelio, “lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. Finalmente, el tercer contexto es la expresión de bondad y misericordia de Dios para con su pueblo, pues, Jesus nos dice que, “si dos o más nos ponemos en acuerdo para pedir algo, nuestro padre que está en los cielos se los dará.”
Asi pues, podemos ver que esa línea transversal que interpela los tres contextos no es más que la misericordia.
Si bien podríamos hablar de la misericordia como acto de piedad, de sentir lastima del otro, me parece mejor recordar lo que nos dice Tomas de Aquino, cuando se cuestiona sobre “si en Dios hay o no misericordia.” Tomas nos dice: el ser misericordiosos es acercar nuestro corazón a la miseria del otro, esa miseria entendida como defecto, siendo capaces de sentir tan nuestra esa miseria que queramos desterrarla del corazón del otro como del nuestro. Sin duda alguna es un acto de bondad sumamente divino, pues como lo refiere tomas, Dios es el origen de la bondad.
Asi pues, en esa misma línea, al nosotros pedir la misericordia de Dios, estamos siendo agentes en dos sentidos, como seres humanos que reconocemos nuestra miseria, nuestros defectos y pedimos misericordia, pero también como seres misericordiosos capaces de transmitir al hermano, vestigios de la bondad de Dios.
Ya para terminar hermanos, lo que nos dice Tomás y lo que nos dice el evangelio hoy nos motiva al reconocer que, en el hombre, en el ser humano existe esa capacidad y necesidad de perdonar, de ser misericordiosos y nos confirma más ese acto nuestro de misericordia, poniéndonos a Dios como hacedor supremo de la misericordia al decir que si nos acercamos y pedimos en comunidad algo nos lo dará, y ¿qué más acto de misericordia que estar presto a la necesidad, a los defectos del otro? Es asi que el evangelio como que nos confirma que por participación de Dios ejemplo vivo de misericordia no podemos negar la misericordia que hemos y seguimos recibiendo de Dios y a que a su vez que estamos llamados a ser misericordiosos.
asi pues, hermanos, pidamos en comunidad como nos lo dice Jesús, confiando que nuestro Dios nos escucha y atiende, que él (Dios) nos siga llenando de valor y humildad, para estar prestos a los defectos de los hermanos, para atenderlos con misericordia asi como Dios lo hace con nosotros, para poder ser semejantes al padre misericordioso que espera la salvación de cada uno de nosotros.
foto: https://ecosdelapalabra.com/2019/08/14/si-tu-hermano-comete-un-pecado/
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