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El sentido de la vida en el degustar el Sagrado Banquete (9/9)

|  agosto 07 de 2020  |  POR: Fray Luis Evert Mendoza, O.P. • Reflexión desde la Casa San Luis Bertrán, Barranquilla.| 

Hablando con fray Sergio, un día que me invitó a comer pizza a domicilio, pues, estamos en época de cuarentena y aún no es posible salir, caíamos en la cuenta, al deleitarnos con el exquisito sabor de la pizza hawaiana luego de más de dos meses sin comerla,  que hay muchas situaciones de la vida que definimos por medio del sentido del gusto debido al placer que produce; de esta manera, un día que estuvo mal, decimos que fue “un día amargo”, para referir a una persona tierna se le denomina “dulce” e incluso, hablábamos de que Jesús mismo, según lo relata el evangelista Mateo, afirmó: “«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?”, nos compara con un sabor indispensable en las comidas y, por supuesto, hablamos de la Eucaristía como banquete que degustamos y nos transforma.

Pues bien, sin duda, hay sabores más exquisitos que otros; hay alimentos que no tienen un sabor tan agradable pero que son indispensables como el agua o los vegetales y hay sabores exquisitos que no son indispensables; al comparar una dieta de chocolates con una dieta de agua, sin duda el agua aunque sin sabor es indispensable; ahora bien, el sentido del gusto nos estimula para que busquemos aquello que el cuerpo necesita y sintamos placer comiendo, pues si no hubiera placer en el comer, no lo buscaríamos y moriríamos de hambre. 

Teniendo esto claro, comprendamos algo: puede que estemos confundidos en la búsqueda de sabores, puede que las golosinas nos distraigan y que la verdadera comida que necesita tu cuerpo no la estés consumiendo, si consumimos internet, celular, tik tok, Instagram, noticias fatalistas, u otros medios únicamente, puede que sientas un placer similar al consumir una golosina tras otra, pero, ¿en realidad es lo que necesita tu cuerpo en este momento?, Domingo de Guzmán dejó claro que la verdadera comida que necesitaban las personas de su tiempo era la Palabra de Dios, Domingo experimentó las palabras del salmo 119 “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca”. Tenía claro que lo que necesitaba la gente de su tiempo eran palabras de vida, que salieran de su boca palabras de Dios, pero para ello, debía consumir y tener aliento de Jesús, por esto su amor a la Eucaristía.

Santo Domingo, evidenció que todos tenían hambre de algo, pero no sabían qué era, todos deseaban degustar algo que los satisficiera, pero nada lo podía hacer, por esto su empeño en formar predicadores que degustaran por la oración y el estudio el manjar de Dios que se revela y se hace presente en los sacramentos y en la historia de cada persona. Nos invita a nosotros a buscar el verdadero alimento, “mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” lo que quiere decir que si no nos alimentamos bien de Jesús no podremos llamarnos verdaderamente cristianos, no hay excusas, oración y acción, contemplación y predicación es el camino que nos queda.

Queridos hermanos, degustemos el Pan vivo bajado del Cielo, el alimento de alimentos que no tiene sabor al paladar, pues si lo tuviera, la mezcla de sabores nos dejaría en éxtasis, y lo buscaríamos sólo por el placer que produce. Que tengamos hambre del alimento de alimentos que da sentido y vigor a la vida, el verdadero alimento que fortifica para las pruebas de la vida, para cargar la cruz con valentía y coraje, para ser otros Cristos en la tierra. 

Que a ejemplo de Domingo, degustemos el sagrado banquete en que Cristo se da como alimento y vivamos en comunión con los demás, dispuestos a orientar la dieta de muchos que están intoxicando su cuerpo con tanto alimento pasajero y momentáneo. La medicina de la sociedad no es aquella que buscan para acabar virus, es aquella que logra transformar y dar sentido, la medicina es JESÚS y se da a cada uno en su cuerpo y Sangre.  Amén.


Reflexiones del Tiempo Ordinario 2020