Skip to main content

Los más débiles: Víctimas y Pobres (6/9)

|  agosto 04 de 2020  |  POR: Fray Jhonny Ochoa Cetina, O.P. • Reflexión desde la Casa Santa María la Virgen, Campo Dos, Tibú.| 

El 19 de julio del presente año, un grupo disidente paramilitar denominado los Rastrojos perpetró una masacre en la vereda Totumito que pertenece a la parroquia Santa María la Virgen, en Campo Dos, Tibú, región del Catatumbo, Norte de Santander. Fueron asesinadas 7 personas y desplazadas de sus hogares más de 400. El día anterior habían tenido un combate con integrantes del ELN, lo cual indica que este acto fue en realidad una venganza contra los habitantes de la zona. Dicho escenario une, nuevamente, dos realidades cotidianas para esta reflexión: víctimas y pobres. En primer lugar, es necesario reconocer que no sirve hablar de pobreza o de “opción preferencial por los pobres” si antes no se ha exigido, dialogado y predicado la justicia, de que habla Jesús, no solo la que beneficia a los adinerados, sino aquella que actúa sin distinciones. Dicha acción bélica demuestra que los menos preferidos son los necesitados y esa exclusividad sostiene una nostalgia que utiliza las condiciones difíciles, dolorosas e injustas que viven los vulnerables de la sociedad; entonces ¿cuál es la preferencia de los frailes y de la Iglesia? sencillamente es y será predicar la justicia de Jesús con la cual erradicar la inequidad y otros males.    

En segundo lugar, las víctimas existen porque existe la desigualdad, la guerra y la violencia; además de realidades como el narcotráfico, la pobreza y la corrupción, alimentadas por la complicidad de un Estado inútil, el miedo a decir la verdad y la ausencia total de justicia. El resultado de esto concluye que la necesidad y la vulnerabilidad de esta región solo son resaltadas si hay asesinatos, masacres y periodos electorales. En el proyecto de Santo Domingo de Guzmán es evidente una habilidad especial: su capacidad visual, con la cual predica una observación contemplativa de las situaciones de injusticia y demás vejámenes contra los vulnerables, aun más, cuando el panorama son 7 personas asesinadas y más de 400 desplazadas, es en ese instante donde el talento de la visión también es denuncia y clamor. Por tanto, según dicha mirada, el compromiso de un verdadero dominico no es bendecir las tiranías y la infamia, ya que un pastor es insignificante desde el momento que permite la masacre de sus ovejitas. 

En tercer lugar, uno de los proyectos de Santo Domingo consistía en realizar una cruzada que necesitara de la palabra, que prescindiera de las armas, del filo bifurcado de las motosierras, de las minas escondidas en la tierra y de todo instrumento y acto de terrorismo. Nada más cristiano que ese propósito, tan válido y necesario para eliminar las lógicas de la corrupción actual, en cuyo objetivo se indican las palabras de la capitulo de Biên Hòa: “Sólo desde la compasión es posible anunciar el Evangelio a un mundo herido, sin juicios ni amenazas, sino como buena noticia.” (N. 62) y solo a partir de la justicia es viable reparar a las víctimas, perdonar a los victimarios, desintegrar las estructuras que alimentan la pobreza, la guerra y la violencia. 

Te pedimos Señor misericordioso que, por intercesión de Santo Domingo, nuestro Padre, Predicador de tu justicia, seamos signos de equidad social, reparación de los supervivientes de la guerra, promotores de igualdad en medio de lo desigual, denunciemos la corrupción y no reemplacemos tu evangelio por las ideologías y sembremos en nuestros corazones el deseo de estar de lado de los hermanos más vulnerables.


Reflexiones del Tiempo Ordinario 2020