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Buenas Noticias (2/9)

|  julio 31 de 2020  |  POR: Fray Pedro José Díaz, O.P. • Reflexión desde el Convento de San José, Chapinero, Bogotá.| 

En estos tiempos suele abundar por todas partes y en muchos medios de comunicación las “malas noticias”, las “medias verdades” y las “noticias falsas” (fake news), inclusive en el campo de la fe y de la vida cristiana. Parece bastante retador y a la vez aleccionador hablar de “Buenas Noticias”, a propósito de la celebración de la fiesta de Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores, al recordar su tránsito pascual y preparándonos para el jubileo conmemorativo de su ascensión de este mundo a la casa del Padre (1221-2021). En efecto, el Patriarca Domingo, con espíritu profético, agudizó los sentidos de su fe para leer las realidades y los acontecimientos de su tiempo y, como varón evangélico, se dedicó con empeño a predicar a Jesucristo y a extender la predicación a través de su comunidad, fundada para que los frailes predicaran el Evangelio sin fronteras y fueran predicadores en todo tiempo, llevando una noticia alegre y esperanzadora a todos los hombres a través del mundo y de la historia. 

Para que la próxima celebración jubilar de la ascensión de Santo Domingo sea como un nuevo Pentecostés para la Orden, es necesario que se sienta enviada de nuevo a la misión evangelizadora y se vea conducida por el Espíritu Santo al servicio de la salvación de toda la humanidad, actualizando de manera creativa el proyecto fundacional como una forma de honrar su memoria, porque hoy también somos llamados, después de varios siglos, a agudizar los sentidos de la fe para llevar la luz del Evangelio a quienes transitan a oscuras los caminos de la vida.

Desde los conventos, como “casas de predicación”, somos llamados a vivir en comunión fraterna y a compartir la predicación como realización de la vocación dominicana y primera predicación, en fidelidad a la Gracia del carisma dominicano y como una gran oportunidad para contextualizar nuestra oración, nuestro estudio, nuestra vida comunitaria y, sobre todo, nuestra predicación del Evangelio, en sinergia entre vida y misión, como dinamismo de fidelidad y renovación, según se insistió en el Capítulo General de Vietnam (2019).

Que la Gracia de Cristo que vence todos los obstáculos que nos encierran en nosotros mismos y despierta nuestra esperanza, nos impulse a vivir el carisma dominicano y a acrecentar el celo por la predicación, en la sinergia de vida y misión, para que el Espíritu que fortaleció a los Apóstoles sea fuente de nuestra misión en la Iglesia universal al servicio de la salvación de toda la humanidad. 

La admirable esperanza que se revive en el recuerdo festivo de la ascensión de Santo Domingo y su tránsito a la gloria de los bienaventurados, nos ha de fortalecer en el amor a los hermanos a quienes debemos el don de la palabra para llevarles las buenas las noticias que los motiven a superar las negatividades del pecado que no los dejan trascender a la vida que Dios nos da en Jesucristo, Palabra salvadora y eterna. 

Que la intercesión que santo Domingo prometió a sus hermanos se haga realidad en nuestro tiempo.

Señor, Jesucristo resucitado, que traes la buena noticia de la salvación y envías a los apóstoles a predicar esta maravillosa noticia, te pedimos que renueves el don de tu Espíritu y la gracia de la predicación en la familia dominicana, para que la admirable esperanza que nos dejó el santo fundador de la Orden de Predicadores, en la hora de su muerte, transforme las lágrimas y las tristezas de los que lloraban su partida, en fuente de esperanza y fuerza apostólica para quienes seguimos su ideal apostólico, como discípulos tuyos. Amén.


Reflexiones del Tiempo Ordinario 2020