Cuando un grupo cristiano está tan arraigado en las costumbres puede suceder lo que acabamos de leer en el evangelio de este domingo. Jesús, igualmente puede decir: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres» inmediatamente se puede preguntar, pero por qué está mal tener unas tradiciones o costumbres en el grupo, y la respuesta es: si la costumbre o tradición deshumaniza, separa, divide o propicia a que se menosprecie al otro, es una tradición que debe ser repensada. La respuesta tan dura de Jesús a los fariseos, no fue porque la tradición de lavarse las manos antes de comer sea malo, sino porque lo convirtieron en una ocasión de juzgar a las personas como puras o impuras y eso tiene unas consecuencias negativas para quien incumple la tradición.
Recordemos que la pureza en la época de Jesús es la que le permitía a una persona ser parte de la sociedad o ser separado si eras impuro. Hubo muchas situaciones que permitían que las personas fueran declaradas impuras y por ende alejadas y excluidas para que no compartiera con los demás, por ejemplo, cuando una persona padecía de lepra, era declarado impuro, quien tuviera contacto con esa persona también era declarado impuro, las mujeres cuando tenían el periodo, si tocabas a un muerto, si tenía algún tipo de flujo, entre otras. Esta exclusión puede llamarse de tipo ritual, es la que impide acercarse a los demás y no solo eso, no podías participar de las ceremonias y actividades religiosas. Para la mentalidad de la época, se pensaba que dichas situaciones eran castigo por parte de Dios por los pecados cometidos o incluso por los pecados de los padres.
También, había otro tipo de exclusión que puede ser considerada de tipo social. Se excluían: a los samaritanos, por diferencia de religiosa, los samaritanos construyeron su propio templo de adoración lo que generó problemas con los judíos, además de los conflictos políticos por disputas de territorio; a los publicanos o recaudadores de impuestos, por la colaboración que tenían con el imperio romano, además que algunos cobraban más impuestos para robar el excedente y; los pecadores, poque no llevaba una vida moral correcta acorde a las normas religiosas establecida por la ley mosaica, además que podían ser mala influencia para quien estuviera o compartiera con ellos.
Todas estas situaciones Jesús las veía como injustas y se daba cuenta del sufrimiento que padecían los excluidos. Por eso, responde de forma dura contra los fariseos, estaba poniendo en evidencia su falta de humanidad y de misericordia para con el prójimo, porque ellos preferían excluir, preferían el culto a la persona. Esta reprimenda de Jesús va acompañada de muchos ejemplos de él mismo de cómo se debe tratar a los demás, por ejemplo, cuando toca al leproso, habla y da de beber a la samaritana, escoge a uno de sus discípulos de los recaudadores de impuestos, defiende a la mujer pecadora, toca a varios muertos y los resucita, habla con la mujer que padecía flujos de sangre y la sana, entre muchos casos más.
Nosotros como cristianos, debemos seguir el ejemplo de Jesús y no excluir a nadie por ningún motivo ritual ni social, antes bien recordar que todos somos dignos porque somos hijos de Dios. Para finalizar preguntémonos ¿hemos excluido a alguien por algún motivo religioso o social? Si lo hicimos y no hemos cambiado de parecer, ya sabemos cual es la respuesta de Jesús «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.” Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres» Que el Dios todo poderoso nos ayude a ser mejores personas y podemos entender que todas las personas son dignas por ser hijos de Dios, por lo tanto se merecen nuestra cercanía, no que los excluyamos.