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Jueves Santo: “Agua estancada, agua envenenada”

|  ABRIL 09 DE 2020 Fray Iván Garzón Rojas, O.P., promotor vocacional de la provincia San Luis Bertrán de Colombia. |

El ESTANQUE de la puerta: Del Evangelio según San Juan 13, 1-15.

Hace algún tiempo dentro de mis correrías pastorales me correspondió visitar un invernadero en donde se cultivaban flores; al llegar lo primero que tuve que hacer fue pisar un estanque ubicado en el centro de la puerta, todo aquel que quisiera entrar debía mojar sus zapatos; ante lo extraño de esta situación le pregunté a mi guía, el encargado del vivero, por la razón de ser de esta acción, a lo cual él me respondió: “El agua no tiene ningún producto de descontaminación, la verdadera intención del procedimiento es recordarle a cada uno de los trabajadores del invernadero que deben estar siempre limpios”. Con ese sencillo y económico procedimiento pedagógico se logra, aún hoy en día, recordar las medidas de asepsia y descontaminación que deben tener a la hora de ingresar a los recintos en donde crecen las flores.

Este Jueves Santo, Jesús hace un ejercicio parecido con sus apóstoles, teniendo al agua como protagonista. Él se ciñe la toalla y se dispone a lavar los pies de los doce, pero Pedro se opone al parecerle un ejercicio indigno de un Maestro; a lo cual Jesús le responde: “Si no procedo a lavarte los pies no eres de los míos”. Es ahí que Pedro cae en cuenta y sobre-actúa exclamando a voz en grito: “Entonces lávame todo el cuerpo”, Jesús le dice : “No es necesario para quienes se han bañado, solo les lavaré los pies”.

Al igual que el pequeño estanque del invernadero, el agua que Jesús derrama en los pies de sus apóstoles no tiene nada especial, nada mágico, es solo un signo que le va a permitir recordar a cada uno de los apóstoles las medidas que deben tener en cuenta para ser cristiano, si en el invernadero, cuando se tienen los pies mojados cada uno de los trabajadores sabe qué hacer para cuidar las flores, de igual manera cada cristiano que se deje lavar los pies por Jesús sabrá que hacer con el “jardín” que Dios le ha otorgado. Las dos gotas que Jesús derrama en los pies de sus apóstoles son suficientes para que ellos aprendan a hacer lo mismo con los suyos. Gesto que se concreta en la cruz, pues no solo se trata de echarse agua o echarle agua a los demás, se trata de concretarlo en actos específicos de donación o de entrega de vida por otros.

Justo en estos días de “confinamiento” de cuarentena, en donde más de uno de la familia, en medio del desgaste del encierro, podría decir como Pedro: “Ni se te ocurra lavarme”, requerimos padres, madres, hermanos e hijos dispuestos a lavar los pies de los demás miembros de la familia, no con una liturgia estrafalaria, sino con gestos concretos de entrega de  la vida por los otros. Justo a la entrada de nuestra casa, como en el invernadero, hay un pequeño ESTANQUE, el cual podríamos llenar con “agua estancada, agua envenenada”, siendo así que una vez sumergidos los pies en este tipo de agua podríamos llevarle o veneno’ a todos los que están adentro, o por el contrario si permitimos que el Señor lo colme con ‘Agua Viva’,  llevemos la vida a todos aquellos dentro de nuestro hogar, de nuestro país, de nuestra humanidad.

Este Jueves Santo Jesús vierte el agua viva a la entrada de nuestros hogares, de manera parecida al padre de familia que unta las jambas de las puertas con la sangre del cordero (Ex 12, 7); hoy en medio de la pandemia, Jesús empapa nuestros pies con su vida para que entremos esparciendo vida a donde hay riesgo de muerte.