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Cuarto Domingo de Pascua

|  mayo 3 de 2020  | Por: Fray Wilmar Ruiz, O.P. | 

Juan 10,1-10

Este evangelio nos habla de entradas y puertas, y lo hace usando contraposiciones. Aún el tema no es claramente que Jesús es el buen pastor (solo será hasta el v.11), sino que es la puerta, en ultimas se trata de acceso, de ingreso y salida, de tiquetes. A una casa podemos entrar de diferentes maneras, por atrás, por una ventana, o por la puerta. Si ves a alguien tratando de entrar a una casa por un lugar que no sea la puerta, lo primero que piensas es que es un ladrón o está loco de remate. Pues bien, según este evangelio solo hay una manera de ganar legítimamente la vida, las demás entradas, aunque parezcan más atractivas, son ilegitimas y nos llevan a la destrucción, y a la muerte.

Ese tiquete legítimo para encontrar la vida es Jesús, y todo porque Él da libertad; llama la atención lo que el texto dice: “el pastor empuja a las ovejas fuera”. El verbo ἐξάγει (ekbállein) traduce empujar, expresión suavizada por el verbo “sacar” en la mayoría de traducciones. Esta expresión, que parece excesiva, da cuenta de lo acostumbrados que estamos a la opresión y al conformismo en el que nos hundimos, para lo cual necesitamos un empujón de Jesús y así conquistar la libertad; esto no es otra cosa que la vida vivida corriendo los límites que nos imponemos o que otros nos han impuesto; es una paradoja necesitar de un empujón para salir de un rebaño en el que nos volvieron borregos. Jesús nos lleva a pintar fuera de la línea, a correr los límites de la existencia y solo así conseguir vivir.

Se trata de un S.O.S, de un llamado de emergencia por parte de Jesús a conquistar el amor, la libertad y la vida. Solo es libre el que escuchando su voz sale del redil y se arriesga a vivir, y ¿qué es vivir? es poner a disposición de los demás todo lo que uno es como ser humano. Salir del corral por la Puerta (Jesús) es atreverse a un nuevo horizonte de sentido, a un nuevo modo de afrontar la vida, a una nueva forma de entender a Dios. Por eso hago propias las bellas letras de la canción “La Costa del Silencio”, de la banda española Mago de Oz: “ven quiero oír tu voz, y si aún nos queda amor impidamos que esto muera, ven pues en tu interior está la solución de salvar lo bello que queda”. No hay palabras más llenas de esperanza que esas, ya que oír la voz de Jesús es escucharnos. Y ahora en tiempos del COVID, es clara la oportunidad para decirnos con el corazón que en nuestro interior está la solución a nuestros males más profundos: el amor.