Segundo Domingo de Pascua
Celebramos el Domingo de la Divina Misericordia como se ha denominado, por solicitud de su Santidad San Juan Pablo II, a partir del año 2000 a este domingo con el cual cerramos la octava de Pascua; semana en la que se prolonga el júbilo que produce la Resurrección en el creyente.
Como nos lo narra la liturgia de la Palabra, durante esta semana el Señor se ha ido apareciendo en distintos escenarios a sus discípulos y ha hecho que éstos recuperen la confianza, se colmen nuevamente de esperanza y sobre todo afiancen en su fe. Un ejemplo vivo de ello es el Evangelio del día de hoy que nos narra la confesión del apóstol Tomás después de escuchar la invitación del Resucitado a tocar las marcas dejadas en su corporeidad lastimada en la Pasión: ¡Señor mío, y Dios mío! confesó el apóstol.
La intensidad y el impacto de estas apariciones del Resucitado debió haber sido muy grande, hasta el punto de generar una ola de adhesiones, de conversiones. De asumir un estilo de vida en el cual se vincula al otro en la comunión, en la fracción del pan, en la oración. Una experiencia tan fuerte que incluso lleva a acciones milagrosas realizadas por parte de los discípulos consientes ahora de su misión; propagar el mensaje de Cristo y anunciar su Resurrección.
En ese sentido quiero subrayar tres ideas que a mi parecer engloban la identidad de quien ha experimentado con intensidad su adhesión a Cristo, el Resucitado, tomadas de la liturgia de la palabra:
Reflexiones de pascua 2020
En el sitio web oficial de los dominicos colombianos, queremos llevar a cabo la misión de Domingo: el deseo de proclamar valientemente a Dios, de construir la vida comunitaria y de buscar la verdad en el mundo.
¿Y si digo sí a este estilo de vida? La Orden de Predicadores, orden apostólica, se dedica a conocer, contemplar el mensaje revelado para luego trasmitirlo a los demás.
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