PENTECOSTÉS: El envío al MARTIRIO

|  junio 08 de 2019  | Por: FRAY Rodrigo Rivero Gutierrez; O.P.

¿Qué pasó con aquellos que recibieron el Espíritu Santo cuando estaban encerrados en el cenáculo?¿Cuál fue el destino de los Doce apóstoles? La celebración de Pentecostés no debería ser considerada solo como la fecha del envío del Espíritu Santo sobre el colegio apostólico y María, también se tendría que resaltar otro envío, el envío de los apóstoles, quienes salen de la seguridad del cenáculo a la intemperie del mundo. Esa es la noche cuando todos ellos se gradúan como discípulos y se convierten en corajudos misioneros, en mártires por convicción.

El cenáculo era una casa amiga de Jesús en Jerusalén, la cual disponía de una planta baja, utilizada para las oraciones y una planta alta usada como comedor. Allí fue donde el Nazareno celebró la última cena (Lc 22, 14-17) lavándoles los pies a sus discípulos (Jn 13); en aquella casa se refugiaron timoratos los doce apóstoles después de la muerte de Jesús; ahí se les manifestó el Resucitado cuando tenían las puertas cerradas por temor a los judíos (Jn 20, 19); fue en ese lugar donde recibieron el Espíritu Santo (Hch 2). Y por más significativo que fuera ese espacio, el Dios Espíritu que acaban de recibir les hace salir de su zona de confort para cumplir con coraje la misión de anunciar la buena nueva al mundo, a saber, que Dios no está muerto, que Jesús vive. Dicha misión requirió tanto de sus palabras convincentes como de sus vidas valientes para poder ser cumplida.

Así como los Doce y María cumplieron su misión dando frutos abundantes, la mayoría hasta las últimas consecuencias, de la misma manera hoy estamos invitados por aquel Espíritu Santo para que anunciemos el evangelio y lo prediquemos encarnándolo en nuestras vidas, dando testimonio de la buena noticia con actos y frutos tan dicentes que lleve al mundo a convencerse de que Dios no se quedó muerto, que Jesús vive en medio de nosotros.

Por tanto, este pentecostés salgamos valientes de nuestros cenáculos, de las zonas de confort, de aquellas condiciones materiales que nos proporcionan bienestar o comodidad, y vayamos a predicar al mundo sin miedo, con la convicción firme de que Dios vive entre nosotros. Ahora es la oportunidad para dar el paso y convertirnos de ‘discípulos’ a ‘misioneros’, de ‘seguidores’ de Jesús Nazareno a ‘testigos’ del Cristo Resucitado, y ser los mártires modernos que anuncian la presencia del Reino de Dios a través de nuestra caridad, bondad, gozo, paciencia, modestia, castidad, continencia, benignidad, mansedumbre, fidelidad, longanimidad y paz.