Hermanos aleluya Jesucristo ha resucitado, con este acontecimiento toda la vida y obra de Jesús toman fuerza y se ratifican; es decir, que con la resurrección Jesús deja de ser un filántropo más, esto no quiere decir que para ser Dios tuvo que resucitar, más bien resucitó porque es Dios “ recuerdo que en una ocasión, alrededor del año 2011, visité una fundación, dedicada a ayudar a la población desplazada por la violencia, asentados en Sucre, en una de las paredes de este establecimiento estaban de forma horizontal cuadros de personajes importantes como Mahad Magandi, Martin Luther King, Nelson Mandela, la madre Teresa de Calcuta y habían otros que no reconocí, (eran unos 15 cuadros) y entre los cuadros alcancé a reconocer uno más: a Jesús” y me decía para mis adentros ¡ Si la intención es equiparar a todos estos personajes, yerran, Jesús no puede estar al mismo nivel porque él es Dios!
Pero en ese momento me invadió una sensación de impotencia al no saber qué hacía diferente a Jesús, sin acudir al argumento explícito de su naturaleza divina. Al final hice las diligencias pertinentes y me retiré, pero quedé con esa inquietud y con el paso del tiempo la olvidé, hasta este momento. La respuesta que buscaba en ese entonces es que Jesús no puede estar al mismo nivel de esos personajes importantes porque Jesús resucitó y redimió a todo el género humano, incluidos dichos personajes. Este hecho que celebramos, la resurrección, lo diferencia del resto, y no es una resurrección para volver a morir como la Hija de Jairo, o el hijo de la viuda de Naín o la de Lázaro, es una resurrección para la vida eterna.
Por eso la resurrección es tan importante que incluso San Pablo dijo, si Cristo no resucitó vana es nuestra predicación y vana también es nuestra fe. Pero tenemos la seguridad de que Jesús resucitó rasgando el velo de la muerte infranqueable para los hombres, con esto, nosotros que morimos con Cristo en el bautismo, tenemos la certeza de que resucitamos con Él para la vida eterna.
Lo anterior se refleja en el evangelio de san Juan, que muestra a Jesús resucitado apareciéndose a los discípulos por tercera vez. Pareciera que debido a la dificultad de los discípulos de entender la resurrección es necesario mostrarse una vez más para que ellos se acostumbren a su nueva apariencia que no pueden retener. La aparición de Jesús en la vida diaria de los discípulos, que aún no viven en tono de resurrección, descubre sus dificultades, su escasez y la nada, pero cuando escuchan al resucitado y aceptan su invitación de cambio de dirección, todo funciona, viene la abundancia.
La aparición de Jesús en el día a día de los discípulos quiere explicitar que la resurrección no es irreal o etérea, sino que es algo concreto. San Juan le da un tinte especial, la describe en la mañana cuando la luz del sol rompe con las tinieblas de la oscuridad y se presenta para iluminar el camino de una comunidad. Esta particularidad de la aparición de Jesús a una comunidad que trabajaba en la oscuridad y no vive la resurrección, nos debe advertir, que, si no aceptamos la resurrección o no vivimos en tono del resurrección, podemos estar trabajando y tener la ilusión, producida por la oscuridad, de tener grandes empresas, de alcanzar grandes logros, pero que, a la final, cuando haya luz, nos daremos cuenta que solo eran sombras y todo lo que creíamos haber alcanzado está vacío, como la red de Pedro y los demás discípulos.
Hermanos Jesús no es un filántropo más, dejémonos permear por la luz del resucitado que nos redimió de la única dialéctica que conocíamos, la de la oscuridad de la muerte.
Los discípulos del evangelio no se atrevían a preguntarle, cuando Jesús los invitó a comer, quien era, porque sabían que era el Señor, así mismo acerquémonos a la Eucaristía, con la certeza de que es Jesús resucitado quien nos invita al banquete tal y como invitó a Pedro y a los demás.