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¡Queremos ver al Señor!

|  marzo 21 de 2021  |

Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: Reconoce al Señor. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande—oráculo del Señor—, cuando perdone sus crímenes, y no recuerde sus pecados.. (Jeremías 31)

Queridos hermanos, hace una semana escuchábamos la proclamación de la alegría porque se avecina la solemne celebración de la pascua, ahora la liturgia nos propone para éste V Domingo de Cuaresma unas de lecturas que recalcan la promesa de Dios hacia el hombre, y su mirada propicia al corazón de aquel que quiere conocerle.

En la primera lectura de este domingo (Jeremías 31, 31-34) encontramos la promesa que hace Dios a través del profeta Jeremías quien es testigo del drama del pueblo de Israel cuando viene a Babilonia. Una promesa que plenifica la misericordia y el amor de Dios sobre este pueblo: el profeta anuncia una esperanza al pueblo que está en crisis a causa de sus dirigentes y sus hipocresías.

Es necesario reconocer que dentro de esta promesa habla Dios por boca del profeta afirmando en primer lugar que Él será su Dios y ellos serán su pueblo, y posteriormente que todos le conocerán, desde el pequeño hasta el grande cuando perdone los crímenes y no recuerde sus pecados.

Pero podemos preguntarnos qué tiene que ver esta promesa con el evangelio que se proclama en este día, y es que vienen entre los que van a celebrar una fiesta unos griegos, o gentiles que se acercan a Felipe y le piden ver a Jesús:

-Queremos ver a Jesús
Es evidente que estos hombres no vienen buscando únicamente la ritualidad de la fiesta, vienen en busca de Jesús. Jesús se ha hecho atractivo para ellos y por eso le quieren ver, le quieren conocer. Y a partir de este punto podemos entrar en un diálogo interesante a ver si nosotros nos sentimos atraídos por la figura de Jesús o es la fiesta en torno a Jesús la que nos atrae.

Y si por el contrario estuviéramos en la posición de Felipe y nos piden querer ver a Jesús, ¿estamos disponibles para llevarlos al señor? ¿Mostramos al Señor con nuestra vida? ¿O simplemente mostramos la fiesta en la que está el Señor pero nos lo guardamos para nosotros mismos en el egoísmo? Porque podemos caer en el error de querer atraer a los demás hacia Él pero lo que mostramos o presentamos finalmente termina siendo nuestro ego, nuestro afán de ser renombrados, de títulos o de primeros puestos.

Los Gentiles quieren ver a Jesús, su figura se ha hecho atractiva para ellos y hacen lo posible por verle, de igual manera Felipe busca de inmediato a Andrés y junto con él le dicen a Jesús y a su vez Él reconoce la hora de la cruz cuando ve a estos griegos convertidos del paganismo. Pero ver a Jesús es reconocerle, es comprender que no es un Jesús oculto.

Es interesante como esta realidad del evangelio nos sigue interpelando particularmente en este momento, es un Jesús que claramente quiere que llevemos a los demás hacia él, pero no se trata únicamente de lo que decimos de dientes para afuera, sino lo que decimos y de lo que realmente estamos convencidos. No es un Jesús que busca saber qué dicen los demás acerca de él, sino quién sentimos que es Él, y quién le decimos a los demás que es Él, y como llevamos a los demás hacia Él. Pero no vamos a conocer al Señor bajo el miedo, la amenaza o el castigo, venimos a conocer al Señor bajo el signo supremo, el del amor: el de la cruz.

Por eso hay que reconocer que el Señor se ha fijado hoy en ti y en mí, nos ha mirado con amor eterno, y nos ha hecho participes de su vida, se ha encontrado con nosotros, y aun sabiendo que le espera el camino de la cruz su promesa se hace efectiva hoy en nuestra vida.

Que el Señor nos permita transparentar con nuestra vida, con nuestras obras y con nuestro corazón humilde que refleja la misericordia de Dios hacia los demás, vinimos a ser felices caminando de la mano de aquel que nos ha llamado a una misión específica.


Imagen: vidaescamino.blogspot.com


Fray Rodolfo Toro Gamba, O.P.

  • Cursa quinto semestre de Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Santo Tomás

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