Toque de queda y adviento
| noviembre 29 DE 2019 • FRAY cristian mauricio lópez, O. P. |
Primer domingo de adviento. Evangelio: Mateo 24, 37-44
Descartando la especulación sobre el fin del mundo (bastaría con preguntarnos a cuantos anuncios de fin del mundo hemos sobrevivido), el texto que se nos propone en la liturgia del primer domingo de adviento, nos habla del carácter ineludible de la venida del Hijo del Hombre. El evangelista invita a los cristianos a disponer de una historia en la que hay que estar siempre preparados. Para esto Mateo nos propone cuatro parábolas que ilustran como ha de ser esta vigilancia: la parábola del diluvio (24, 37-42); la parábola del ladrón nocturno (24, 43-44); la parábola del servidor fiel (45-51) y la parábola de las diez vírgenes. El relato de este domingo nos hace echar un vistazo por las dos primeras parábolas, como una clara advertencia e invitación para estar preparados.
Toque de queda y adviento
“Se nos metieron al conjunto… ahí vienen los vándalos… están saqueando todo… tenemos que organizarnos, hay que estar listos, tengan a mano lo necesario para no dejarnos… busquen como asegurar la puerta…” Las noches del 21 y 22 de noviembre, fueron de intenso pánico para muchas personas, se oían ruidos, gritos, disparos, había confusión ante lo que sucedía; muchas personas pasaron la noche en vela, la mayoría buscaba como estar bien preparados ante cualquier dificultad. Especialmente la noche del toque de queda en Bogotá, muchos pasamos por momentos en los que no sabemos cómo describir todo lo que sentimos. Y con todo lo que temíamos, no nos quedaba más que estar preparados. Veíamos imágenes que nos hacían creer que estábamos destruyendo completamente la ciudad, la información sobre el toque de queda, generó angustia en muchas personas. Pero seguíamos allí, pensando como estar preparados: “no queríamos dejar abrir un boquete en nuestra casa” (Mt 24, 43)
Empezamos el tiempo de adviento y, las dos primeras semanas de adviento son una clara invitación a estar preparados; estar preparados porque el Señor regresará y no sabemos el tiempo preciso, porque no sabemos en qué momento llegará, porque quizás nos puede sorprender como un ladrón que llega en medio de la noche, sin que podamos saber a qué hora. Estar en vela se vuelve en una de las actitudes fundamentales del creyente en Jesús. Todo discípulo del proyecto de Jesús debe ser alguien capaz de permanecer en vela, alguien que está despierto, que es capaz de estar ante el mundo con los ojos abiertos.
Durante estas dos semanas en Colombia nos hemos dividido entre quienes defienden el paro y las manifestaciones y quienes critican esta manera de proceder. Sin caer en análisis simplistas para legitimar o deslegitimar lo que está sucediendo, es evidente que muchos queremos cosas diferentes, que todos con motivaciones y maneras de actuar, algunas veces diferentes, queremos cosas mejores para nuestro país. Queremos estar preparados, queremos que no nos sorprendan algunas decisiones, queremos un país donde podamos trabajar, donde encontremos una vida digna para todos, no solamente para unos cuantos. Estar en vela hoy, para nosotros, no se trata de quedarnos despiertos toda la noche por miedo al vandalismo; estar despiertos hoy, es prepararnos con todo lo que somos y con todo cuanto podemos hacer para que la situación sea favorable para todos, para que quienes son marginados y pisoteados en su dignidad, no lo sean más.
Estar en vela, estar preparados; es vivir la esperanza como aquella fuerza que nos mueve a caminar, a hacer las cosas de tal forma que podamos encontrar un futuro mejor. Esperanza, esta es la palabra clave del adviento y una de las claves de la vida cristiana. El adviento es el tiempo para prepararnos, no para quedarnos encerrados temiendo alguna calamidad, sino para salir en el alba, para seguir caminando. Adviento no es la noche de toque de queda que nos desconcierta, es más bien la marcha de muchos hombres y mujeres que construyen un mejor país para sus hijos. Adviento es el tiempo de llenarnos de esperanza, porque el encuentro con el Señor siempre nos aguarda.
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