De ‘Discípulos pacientes’ a ‘Peregrinos Tomasinos aguerridos’. Paso a paso hacia la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Allí vienen los peregrinos tomasinos, a punto de culminar una caminata de casi 90 kilómetros entre senderos reales y rutas nacionales, pletóricos de experiencias y entusiasmo reflejados en sus ojos y sonrisas. Aunque su andar solemne y pesado indique un esfuerzo denso y cansino, llegan dichosos de explorar la biodiversidad de la cordillera oriental de los Andes, de reconocer senderos místicos e históricos de la bella y encantadora Colombia, de saborear la agricultura del altiplano boyacense y de aprender de los saberes tradicionales de aquellos a quienes se encontraron a su paso.
35 peregrinos venidos de diferentes regiones colombianas, con diversos roles universitarios (estudiantes, docentes, administrativos, directivos y frailes dominicos), formándose en interdisciplinares áreas de conocimiento (ciencias de la salud, jurídicas, políticas, ingenierías, económicas y sociales) tienen en común solo dos puntos nodales, a saber, comparten con ahínco el mismo deseo de alcanzar la meta soñada hasta el Santuario Mariano Nacional de los Colombianos y también compaginan en el hecho de pertenecer orgullosamente al primer claustro del país, la Universidad Santo Tomás en Colombia.
Paso a paso, recorriendo decenas de kilómetros durante tres largos y santos días, han emprendido un viaje espiritual y trascendental; ellos retomaron una ruta religiosa hacia la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, en el departamento de Boyacá, como antaño sus ancestros lo hicieron para pagar promesas a la Virgen Chiquinquireña.
Esta nueva generación de Peregrinos Tomasinos ha ‘dado el primer paso’, tal cual como nos invitó en vida el Papa Francisco durante su visita al país, y con ello han salido de sus comodidades digitales desconectándose de los dispositivos electrónicos con el firme propósito de reconectarse con la naturaleza, con la gente boyacense del camino, con los otros peregrinos que les secundan o preceden, con ellos mismos, a conectarse finalmente con Dios.
Al desconectarse y reconectarse, se han arriesgado a enamorarse aún más de Colombia, de su cultura, de la religiosidad popular, de su gente, y con ello a cumplir el objetivo final de esta experiencia: presentarse a los pies de la Virgen del Rosario como aguerridos peregrinos y emprendedores apóstoles del 2025.
El Domingo de Ramos salieron en varios buses desde sus ciudades natales para encontrarse en el Convento Santo Domingo de Tunja, pernoctando en el prenoviciado dominicano. Al siguiente día, desde la seccional de la Universidad Santo Tomás de Tunja, iniciaron la peregrinación hacia Villa de Leyva, propiamente hacia el Convento Santo Ecce Homo, donde finaliza la primera etapa.
Ese Lunes Santo se recorrieron los municipios de Sora, Chíquiza y Sáchica antes de llegar a descansar en torno a una fogata. Los datos técnicos arrojados del primer día fueron 42 kilómetros con 900 metros de ascenso positivo. El Martes Santo se tenía pensado ir desde el Convento Dominicano de Santo Ecce Homo hasta el Convento Agustiniano de Nuestra Señora de la Candelaria, un monasterio ubicado en Ráquira pero tuvo que cancelarse esta segunda etapa por desafortunadas condiciones climáticas.
Sin embargo, este lapso no solo ayudó a recuperar fuerzas sino que sirvió como un efecto resorte pues aquel originario impulso de llegar caminando al Santuario Mariano Nacional se repotenció y se tomó como un desafío grupal y personal, haciendo que el Miércoles Santo se cumpliera con éxito la peregrinación desde la ciudad de Villa de Leyva, a través de Sutamarchán y Tinjacá, hasta arribar con júbilo a la eucaristía del peregrino en la Basílica de Chiquinquirá.
8 municipios boyacenses, 90 kilómetros, 1500 metros de ascenso positivo acumulado, 3 días, 35 peregrinos tomasinos, 5 sedes y seccionales universitarias, 1000 razones personales para abdicar pero 1 objetivo común: ¡Convertirnos Peregrinos Tomasinos Aguerridos!