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El hermano de la alegría conventual
Fr. Antonio de Jesús Páez Peñaranda, O.P.

Hermano cooperador

|  abril 26 de 2022  | Por: Fr. Carlos Arturo Ortiz Vargas, O.P. | 

Villacaro está ubicado en una pequeña meseta de la Cordillera Oriental, rodeada de páramos por sus cuatro puntos cardinales. Pertenece a la cuenca del río Catatumbo, y a las sub cuencas de los ríos Sardinata y El Tarra. Cuando los españoles situados en Nueva Pamplona buscaban un camino fácil y corto que los condujeran al mar por la vía del río Magdalena, fundaron en esta larga ruta pueblos y puestos de posada. Entre los primeros figuran Ocaña, Salazar y el actual Villacaro, para ese entonces anónimo. Su situación arrinconada en estos terrenos inexplorados y selváticos y la escasez de pobladores impidió por largos años su progreso.

El primero de mayo de 1939, en el hogar de grandes y aquilatadas virtudes humano−cristianas, conformado por el matrimonio católico de Ramón Otilio y Aracely, nació Ramón Antonio. Fue bautizado en la Parroquia de San Pedro y realizó sus primeros estudios en la misma población.

Tenía escasos 22 años cuando llegó a sus manos una revista vocacional donde presentaban el carisma y la misión de varias comunidades religiosas, entre ellas la Orden de los Frailes Predicadores; allí estaba la dirección del promotor vocacional fr. Jesús María Nieto Grisales, a quien le escribió. Este cazador de vocaciones no lo dejó escapar y le respondió afirmativamente sobre su admisión al postulantado en Bogotá. Corría el año de 1962 cuando Antonio se presentó para iniciar esta experiencia.

Al año siguiente inició su noviciado canónico en la Ciudad Mariana, era el 8 de diciembre de 1963. Esta etapa se intimó con 18 novicios de los cuales cinco buscaban ser hermanos cooperadores; fue su maestro fr. José Dimas Espitia Leaño y el socio del maestro, fr. Luis Francisco Téllez Garzón. Son compañeros de su noviciado fr. José Edelmiro Arias Agudelo y fr. Pedro José Díaz Camacho.

Siempre dispuesto a aceptar los oficios que le delegaban como síndico, sacristán, hospedero, enfermero, atendiendo los despachos parroquiales o del santuario,  como catequista o director espiritual. Hizo su primera profesión el 8 de diciembre de 1964, momento en el que tomó el nombre de Antonio de Jesús; sus superiores decidieron que él continuara asignado al Santuario Mariano Nacional, donde desplegó toda su imaginación y creatividad al servicio de la Virgen de Chiquinquirá. Fueron años de ardua labor en bien de la basílica: en el despacho unas veces, en el almacén de objetos religiosos la mayor parte de su tiempo. Hacía las veces de sacristán menor colaborándole a fr. Martín Riaño Espitia en todo lo relacionado con el culto, la liturgia, el canto, el rezo del rosario y la decoración de monumentales altares y carrozas en las grandes festividades de la litúrgicas: Navidad, Semana Santa, el Corpus, las fiestas de la Virgen y sobre todo la fiesta de san Martín de Porres que, con el hermano, volvió a sus mejores tiempos. Fue un incansable trabajador durante la reconstrucción de la basílica, después del terremoto de 1967, al lado del fr. Alberto María Madero Pinzón.

Todo esto hasta el 8 de diciembre de 1970, cuando hizo su profesión solemne. Luego, fue asignado por un año a la Casa de Tibú en el Catatumbo en 1971 colaborando a fr. Jesús María Nieto Grisales en la restauración de la casa de vivienda. De allí, pasó a la Casa de Tunja en 1972, donde fue nombrado síndico y secretario del Liceo Santo Domingo de Guzmán. Nuevamente a Chiquinquirá, lugar donde trabajó por ocho años.

Posteriormente, fue trasladado a Cúcuta, donde permaneció por once años. Llegó en noviembre de 1982, un terremoto en ese año había causado graves averías al Templo de San Martín de Porres; pero ahí, apareció el hermano Antonio, presto para su reconstrucción. El 22 de diciembre del mismo año, fr. Pedro Lorenzo Gelves Rojas falleció y después de la celebración de sus exequias, los frailes de la Casa de San Jacinto entraron, como es costumbre cuando muere un hermano, a su habitación. Entre sus cosas, que eran pocas, se encontraron innumerables billetes de pesos colombianos y bolívares venezolanos regados por toda la celda. Esta suma, que reunida fue significativa, sirvió enhorabuena, al hermano, para reconstruir el templo. Las obras fueron también financiadas realizando bazares, rifas y acudiendo a las donaciones de muchos benefactores como la señora Mariela López de Altuve; asimismo, fr. Antonio fundó la Junta de la Canasta de San Martín de Porres. El 16 de marzo de 1999, a las 6:45 a.m., junto a más de diez personas, entre ellos fr. Edilberto Zarate González y fr. Gerardo Bermúdez Bermúdez, fue testigo ocular del resplandor de la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.

Para el año 2000, fr. Antonio de Jesús fue asignado a Villa de Leyva, pero residiendo en el Monasterio del Ecce−Homo como administrador. En la soledad propia de este claustro, fue realizando innumerables obras que beneficiaron la economía del monasterio: levantó ganado sin ser ganadero, sembró cebolla sin ser agricultor, levantó muros y cercas sin ser albañil y, por último, llevó la carretera hasta la finca La Vega sin ser ingeniero. Trabajó también en el Convento de Santo Domingo de Bogotá, en el Convento de San José con la Parroquia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, y en el Colegio Lacordaire de Cali, siempre dispuesto a aceptar los oficios que le delegaban.

Después de muchos años, nuevamente en Tunja, el 14 de marzo de 2004 fundó la Capilla de la adoración en el Templo de Santo Domingo de Tunja, con la colaboración de fr. Jaime Rodríguez Rico, que era el párroco en aquel entonces. Para el 2010, fr. Antonio residía en el Convento de Santo Domingo de esa ciudad y se encargaba del despacho parroquial y la catequesis. Entre 2011 y 2017, se desempeñó como colaborador en la Diócesis de Tibú y por encargo del prior provincial fr. Orlando Rueda Acevedo preparó la llegada y posesión del nuevo obispo dominico fr. Omar Alberto Sánchez Cubillos, hoy arzobispo de Popayán.

El hermano Antonio, de figura esbelta, elegante y espigada al caminar, nunca encorvado; su cabello pelirrojo exaltaba lo atrayente de su rostro; de ojos vivaces, sonrisa franca y gestos y modales perspicaces. Hombre de oración y fiel a la comunidad, alegre, fraterno y no supo guardar rencores. A fr. Antonio todo se le admiraba y se le perdonaba, su espíritu encarnaba una gran sensibilidad y ternura que sabía solo expresar en momentos de sufrimiento. Responsable, honesto, cuidadoso del patrimonio común y atento a las necesidades de sus hermanos conventuales. Compasivo y dispuesto a asistir a los pobres, nadie que lo buscara en los despachos parroquiales que atendía, se iba con las manos vacías.

A parte de su vocación de servicio y disponibilidad en la humildad para los oficios que le encomendaban, tenía una fuerte personalidad acompañada de un carácter firme, que sabía a la vez matizar con su alegría y cierto aire de cariño para quienes lo rodeaban. Con su forma de ser, sabía ganar fácilmente el aprecio y admiración de la gente, así como el respeto de los demás. Supo llevar a buen término lo que emprendía o lo que los superiores le encargaban, nunca dejó una obra a medias, su constancia y tesón lo obligaba a terminarlas. Son incontables las anécdotas que él mismo traía a colación, incluso a sabiendas de burlas, de reproches o de incomprensiones. Al igual que san Martín de Porres, tenía gran respeto por la convivencia de los animales, especialmente sus mascotas.

Su producción bibliográfica incluye una obra denominada Manual de piedad publicada con motivo de las bodas de oro de su vida religiosa (1964−2014).

Falleció en la Fiesta de Santa Catalina de Siena, el 29 de abril de 2022, a las 8:30 p.m. en el Hospital Internacional de Colombia (HIC) en Bucaramanga, a los 82 años de edad y 58 años de vida consagrada. Sus exequias se llevaron a cabo el primero de mayo de 2022, día de su cumpleaños número 83, en el Templo de Cristo Rey, lugar en el que sirvió durante varios años, en la sacristía y en la entrega de los mercados de San Martín.

Referencias:

Páez, A. (2010). Apuntes autobiográficos. Documento inédito.
Provincia de San Luis Bertrán de Colombia. (1991). Boletín de Provincia Dominicos de Colombia, n. 82. Bogotá, Colombia: Circulación interna.
Provincia de San Luis Bertrán de Colombia. (1981−2020). Catálogo de Provincia.
 


Manual de piedad.

Contenido: 1. Trisagio a la Santísima Trinidad; 2. Trisagio al Sagrado Corazón de Jesús. Datos de publicación: Bucaramanga: Convento de Cristo Rey. 2014. 40 p. Formato: 10.5 x 15.5 cm.



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