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Amistad Virtual

|   noviembre 23 de 2021  •  Fray Daniel Yovani Sisa Niño, O.P.  |

Las formas de comunicación y de relación humana han variado a lo largo de la historia, y este tiempo denominado también como la época de la revolución 4.0, no solo ha modificado la industria, las formas de trabajo, pues la digitalización de los procesos ha permitido una mayor eficacia y progreso en el ámbito económico. Sin embargo, esto también está afectando las formas de relación humana que diariamente tenemos. La virtualidad no sólo ha estado presente en la época de la pandemia, es algo que nos viene acompañando desde hace varios años y es importante pensar sobre los retos que esto nos trae. 

Aristóteles mencionaba con gran fuerza que el ser humano es un animal político, esto quiere decir, que por el lado de la animalidad están los instintos vitales, las pasiones; pero por otro lado la vinculación a la polis, a la esfera de lo social, la cual determinada por la racionalidad, por la inteligencia, aquella que nos une a otros, aquella que permite una relación con lo trascendente, con el mundo, con la historia, en últimas con los otros. Estos otros representan posibilidad de realización y de sentido. Ahora bien, es necesario preguntarnos si las relaciones tan amplias de amistad que permiten las redes sociales, es posible encontrar sentido y posibilidad de realización. Y quizás el camino no puede ser el de la censura intelectual, pero sí el de la crítica, puesto que es necesario mirar el umbral de los peligros y de los retos que ofrecen las redes sociales. 

En primer lugar, analizaremos los peligros de estas nuevas formas de comunicación, y lo primero que salta a la vista es el deseo de fama y de tener muchos amigos y likes, pretendiendo con ello llenar vacíos, esta aparente fama y posibilidad de tener muchos amigos generalmente termina en un desierto vital, donde las redes sociales son aquel oasis o espejismo, donde se elude la realidad. Amar a todos, es muchas veces amar a nadie. Y es en este nadie, donde el gran peligro parece asomarse,  es la irresponsabilidad social oculta en el anonimato, es la desinformación y la carencia de sabiduría que inundan nuestros computadores a diario, es en el anonimato donde la irresponsabilidad humana, intelectual y moral, permiten que se degrade uno de los valores humanos y cristianos más importantes, la amistad, la cual nos vincula con otros, amistad que nos vincula a la verdad, amistad que nos vincula al mundo. Al fin y al cabo, la amistad es el modo en que Dios se relaciona con cada uno, amistad entendida como ágape, como entrega sin reservas al bien del otro, por el bien común. Amistad es en últimas amar lo bueno, lo justo y lo verdadero, queriendo lo mejor para el otro, y esto parece perderse en un desierto de aplausos y de likes, en un desierto donde la verdad no importa, solamente interesa la satisfacción egoísta de cada uno. 

Empero, también podemos encontrar varias oportunidades en las redes sociales, pues sin lugar a dudas, han abierto el horizonte cultural, abandonando todo nacionalismo, regionalismo o particularismo, permitiendo comprender las diferentes caras de la verdad, y no solo quedándose con los propios prejuicios. Abrir las redes sociales, abrir la posibilidad de amistad a cualquier parte del mundo, es algo que llena de expectativa y esperanza, ya que, las posibilidades laborales, culturales y humanas, permiten entender empáticamente que estamos en la misma barca como lo expresó el papa Francisco. Ser cosmopolita, en un mundo lleno de violencia y barbarie, es un signo de esperanza cristiana; en ultimas estar en las redes sociales es también estar al tanto de lo que pasa en el mundo y quizás es verdad, no podemos ser amigos de todos, pero con todos podemos ser amables, quizás no podemos saciar nuestro profundo yo de likes, pero si lo podemos conducir a la búsqueda de la verdad. El internet nos tiene que hacer humildes, pues la cantidad de información, investigaciones, opiniones reconocidas, hace que nuestro trabajo se vea aún en un proceso, un divino proceso al que llamamos inteligencia, un divino proceso que nos hace amigos del mundo, de la historia y de la verdad. 

En conclusión, las redes virtuales han ampliado el umbral de la amistad, nos permiten encontrarnos con personas que se encuentran lejos, nos permiten ver nuevos horizontes culturales y sociales, nos ponen de cara a una nueva comprensión de la realidad denominada virtual. No es posible caer en la tentación de la irresponsabilidad, es decir de la irresponsabilidad de replicar cosas sin sentido, de no ser honestos y de no ser amables, la amistad virtual exige nuestro compromiso con el mundo, nuestro compromiso con los otros, el bien común que se crea a partir de estos medios no es necesariamente virtual, es un bien concreto anclado en la historia. Otro de los retos a los que nos enfrentamos en el uso de las redes sociales, es la conciencia que hay entre lo público y lo privado, pues la amistad tiene condiciones de intimidad que deben quedar en el fuero interno, como también expresiones externas, las cuales deben ser expresadas con prudencia y sabiduría, como lo menciona el Papa Francisco. Las redes sociales y los perfiles no son más que una extensión de nuestro ser, son expresión de nuestros deseos más profundos, pues lo que generalmente aparece en las actualizaciones no es más que una respuesta al algoritmo de búsqueda y de intereses. De ahí que nos queden unos cuestionamientos, ¿Qué dicen de mí las redes sociales que uso? ¿Qué tanta responsabilidad tengo cuando me comunico en las redes sociales? ¿Qué conciencia crítica tengo para decantar la información que aparece en el oráculo de google? ¿de tantos amigos en las redes cuáles son los verdaderos y con cuales puedo construir vida e historia? 



Por: Fray Ramiro Alexis Gutiérrez, O.P.  


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