“Escribir una carta a mano parecía un poco fuera de contexto, casi fuera de siglo. ¿Qué se pretendía? No llegamos a saberlo hasta que emprendimos el viaje hacia Altos de Cazucá, (Soacha), sin más equipaje que una sencilla carta. En ella quisimos plasmar lo que comprendíamos de las bienaventuranzas.”
Culminada la eucaristía dominical tuvo lugar el encuentro con las personas convocadas por los frailes dominicos que viven allí. Se hizo lectura comunitaria de las Bienaventuranzas (Mt, 5, 3-12) y posteriormente cada estudiante se reunió con las familias a las que habían destinado las cartas.
La metodología de la actividad consistió en compartir cómo se comprendían las bienaventuranzas desde la propia vida. Sin duda, - afirma Marlon Moreno -, al igual que la pareja de esposos que me correspondió, también tenía mis inquietudes sobre las Bienaventuranzas; pero con el estudio de las mismas, muchas de ellas fueron aclaradas o tal vez viciadas. Pero haber escuchado a estas personas, a pesar de que nunca las había tratado, hizo que el ambiente se tornara agradable para el intercambio de ideas y vivencias.
A medida que entrábamos a la parroquia y nuestros ojos se encontraban con rostros de alegría y acogida, empezamos a vislumbrar en qué consistía ser bienaventurado. Tal vez en ese instante nosotros fuimos los bienaventurados al sentir nuestro corazón enternecerse ante los ojos sinceros, los testimonios profundos y la alegre esperanza de la vida aún en medio de las dificultades.
Debo decir que su experiencia de fe y comprensión de las bienaventuranzas superó mis propias concepciones. Este hecho llevó a maravillarme, a reconocerme limitado y necesitado de un contexto para enriquecer la labor teológica. Pude vivenciar que la Palabra de Dios se hace vida, dado que se encarna en estas personas que tienen mucho para aportar no sólo a la Iglesia, sino también a la teología.
Finalizada la actividad, tuvo lugar un compartir entre los estudiantes y sin duda, percibí en cada uno de ellos sentimientos de satisfacción y alegría; a lo mejor por haber realizado satisfactoriamente la labor propuesta o por haberse dejado tocar la propia vida por la realidad de estas personas. En todo caso, tengo la seguridad que esta fue una experiencia inolvidable porque significó y enriqueció la experiencia de fe e hizo tomar conciencia que la teología más que teoría, es una herramienta que posibilita la acción en los lugares en los que Dios hace con la historia, una historia de salvación.
“Al retornar pudimos ver claramente lo mucho que habíamos aprendido aquel día de lo que significaba pasar de analizar las bienaventuranzas a vivirlas. Agradecemos inmensamente este espacio de cercanía con la realidad y, de manera especial, agradecemos a los frailes dominicos su acogida, apertura y sobreabundante generosidad.”
*Testimonio escrito por dos estudiantes de la Facultad de Teología y que actualmente cursan el espacio académico Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles.