Tiempos de conversión ecológica desde la Familia
| junio 13 de 2021 • Fray Norberto Vargas Prada, O.P. |
Ante la crisis ecológica que enfrenta la humanidad, se hace preciso que el hombre establezca desde su propio yo una conciencia de cambio, es decir, una conversión de sus malos hábitos por acciones más prácticas que favorezcan a una sana ecología. De ahí, que desde su propia naturaleza humana, el ser humano haga uso de una virtud llamada fortaleza que lo hace capaz de resistir o permanecer en su camino de conversión.
Asimismo, este cambio es algo que se empieza a forjar desde el seno de la familia, cuyo papel principal, como lo afirma precisamente su santidad el Papa Francisco en su encíclica Laudato si, es: “el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra las múltiples ataques a que está expuesta y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano”(LS 213). Por tanto, es en la familia en donde el hombre gesta principios de valores, como aquellas semillas que luego darán fruto.
De esta manera, contra la llamada cultura de muerte, es preciso un desarrollo ético que permita una relación armoniosa entre el hombre y la ecología, con el fin de lograr un humanismo que defienda el valor de la vida al entender que no es posible hablar de existencia si no hay un lugar en donde el hombre pueda vivir, y que por lo tanto es su deber garantizar las condiciones más óptimas para una sana ecología, protegiendo así los recursos naturales, la fauna y flora, como también todas las demás criaturas vivientes.
Por consiguiente, se hace fundamental que en las familias como lo menciona el documento del Vaticano: El camino para el cuidado de la casa común. A cinco años de la Laudato sí (2020): “se cultiven los primeros hábitos de amor y de cuidado por la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados”(p.40). El hogar es el lugar de formación inicial de los niños y jóvenes hacia una sensibilidad ambiental que enseñe a valorar y cuidar el medio ambiente. Por ende, el ser humano tiene la responsabilidad de formar una conciencia ética y moral sobre su actuar hacia el otro y la naturaleza.
De igual modo, es preciso concebir la idea de familia como un tejido celular que está conformado por diversos integrantes en donde todos están llamados a buscar esta conversión ecológica. Siendo así preciso establecer que esta tarea, si bien se da de manera personal en la libertad del hombre, está llamada a ser puesta en común, es decir, al mejoramiento de una sociedad necesitada urgentemente de cambios para lograr una armonía que conlleve a una vida mas sana y duradera.
Sin embargo, entendiendo que dicha tarea no es fácil, la virtud de la fortaleza se hace muy elocuente, pues según como la define Tomás de Aquino, es aquella que: “implica un firmeza de ánimo para afrontar y rechazar los peligros en los cuales es sumamente difícil mantener la firmeza” (S.T, II, II ae- C.141). El Aquinate cita a San Ambrosio quien:
Entiende la fortaleza en sentido amplio, en cuanto implica la firmeza de ánimo respecto de cualquier ataque. Aun así, incluso como virtud especial que posee una materia determinada, ayuda a resistir los ataques de todos los vicios, porque quién puede mantenerse firme en situaciones difíciles de resistir, lógicamente estará mejor preparado para resistir otras situaciones que ofrecen menor dificultad.(S.T, II, II ae- C.141).
Así pues, es la fortaleza quien le permite a la familia de hoy mantenerse firme en su camino de conversión ecológica ante las luchas externas e internas que tiene que enfrentar, pues ser el cambio en medio de una sociedad marcada por el individualismo y el consumismo no es fácil ante el temor de la crítica y el rechazo por pensar diferente. Pongamos el ejemplo de un movimiento ecológico que promueve una campaña acerca de la reducción del consumismo tecnológico: es rechazado por una sociedad que solo anhela tener bajo su dominio lo último en tecnología, sin ser consciente de si en verdad es necesario o no.
Por lo tanto, la fortaleza es la que le permite al hombre aceptar el desafío del cambio ecológico frente a su lucha particular contra los vicios y pasiones, es decir, a las acciones que llevado por sus impulsos atenta contra un bien como sucede actualmente ante la tendencia consumista que tanto afecta a la humanidad. Asimismo, esta virtud favorece a que las familias sean ejemplo de perseverancia y enseñanza ante las tentaciones del individualismo humano que busca alcanzar un bien particular sin importarle los otros. De ahí, por ejemplo, el uso descontrolado de los recursos naturales, la falta de conciencia al momento de reciclar y el poco interés por participar del cuidado de la casa común.
Finalmente, esta virtud acompañada por la justicia da al hombre el soporte necesario para buscar el bien común de todos a partir de la familia, entendiendo que es su deber defender la sana armonía del hombre y su medio ambiente como gran obra que ha hecho su Creador. En últimas no le queda más al hombre que hacer de su existencia un camino de conversión ecológica en que no solamente se defienda el derecho a nacer, sino también a la ecología y al bienestar de las demás criaturas, formando así un equilibrio por el cual se forja el valor y el cuidado por la casa común de todos.
Biliografía:
Aquino, Tomás. Suma Teológica. II-II ae - Cuestión 141. Recuperado en: https://hjg.com.ar/sumat/c/c141.html
Pieper, J. (2010) Las Virtudes Fundamentales. Tercera Edición. Edición electrónica Morgan Editores Trinidad y Tobago. Recuperado en: https://isfdnsfatima.files.wordpress.com/2012/03/pieper-las-virtudes-fundamentales.pdf
Francisco. (2015) Laudato Sí. Sobre el cuidado de la casa común. Carta encíclica. Recuperado en: http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
Grupo de trabajo interdicasterial de la santa sede sobre la ecología integral. (2020) El camino para el cuidado de la casa común. A cinco años de la Laudato sí. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.
Por: Fray José Ángel Vidal, O.P. y Fray Ramiro Alexis Gutiérrez, O.P.
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