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La familia, una mirada eclesial a la ecología integral

|   noviembre 11 de 2020  | POR: Fray Daniel Yovani Sisa Niño, OP | 

Frente a los problemas que enfrenta el planeta tierra, como la deforestación, el calentamiento global entre muchos otros, la Iglesia como hermana, de todas las creaturas debe reflexionar y tomar medidas para sanar a la naturaleza, que ha sido herida a causa de un uso desaforado de sus recursos. Al igual que muchos pontífices que le escriben a una época determinada con una problemática concreta, el papa Francisco en la carta encíclica Laudato Si nos advierte de los peligros que corre nuestra casa, y nos invita a hacer sacramento de comunión, esto es, un modo de compartir con Dios en el mundo. Pues este hogar al que llamamos tierra, es la expresión de la gloria de Dios, de la belleza de Dios al que hay que contemplar y encontrar en Él una esperanza viva.

De cara a las vicisitudes ecológicas que asume el planeta, se hace necesario plantear una reflexión seria que suscite una idea de ecología integral, es decir que las relaciones entre todos los organismos vivos y su hábitat sea proporcional y equilibrada, como también se hace importante revisar las condiciones de vida del ser humano en términos de supervivencia y bienestar colectivo, en ultimas la armonía ecológica.

Por lo que a la ecología le compete en primera medida establecer una sana armonía con la naturaleza, para generar conciencia de responsabilidad con la casa común. La sana relación y armonía de la naturaleza con el actuar humano debe generar un sano equilibrio entre progreso y sostenibilidad, pues el hombre debe asumir el papel de administrador de la creación y no de dueño y tirano. Ser administrador, le posibilita asumir las problemáticas que enfrenta hoy el mundo, como lo es la deforestación, la desigualdad social, el efecto invernadero, la desglaciación, entre muchos otros.

Buscar una mejor calidad de vida para el ser humano y para las creaturas que componen la naturaleza constituye la realización de la esperanza cristiana. Pero esto sólo es posible si el contexto o el hábitat es propicio para que se desarrollen estas ideas humanistas, pues es importante resaltar que la economía y la idea de progreso marca necesariamente un ritmo en la ecología integral, pues si no hay una ecología económica que busque y aplique modelos favorables a la sostenibilidad del medio ambiente, es muy complicado que se realicen tales propuestas.

El Papa Francisco considera que, frente al problema ecológico del planeta, es de vital importancia poner la mirada en uno de los valores máximos de toda sociedad, esto es: la educación, pues solo por medio de ella las conciencias toman un nuevo rumbo hacia una espiritualidad ecológica. Ser capaces de superar actitudes egoístas y particularistas, permite al ser humano preocuparse por el otro como su prójimo y como un hermano; de igual modo, conduce el corazón vacío para no llenarlo con productos de la sociedad de consumo, sino llenarlo de la belleza, bondad y verdad del Creador que se encuentran como vestigio en toda la creación.

De tal modo, que en el paradigma del libre mercado y del consumismo voraz, se hace preciso fortalecer ideales ecológicos que resguarden el bien común especialmente en el ámbito educativo, por ejemplo, el uso racional y democrático de los servicios públicos, tales como el agua, la luz, el aseo, entre otros. Así mismo, la concientización desde la esfera más privada como el hogar para cuidar y tener acciones concretas para proteger el medio ambiente, como lo es la cultura del reciclaje o la promoción de una cultura que valore la biodiversidad de la naturaleza, lo cual, debe ser un imperativo en los ambientes educativos.

Ahora bien, frente a tales tareas se deben vincular varias responsabilidades institucionales como la Iglesia, las comunidades cristianas, los entes gubernamentales y las diversas asociaciones para establecer de un modo claro y eficaz un paradigma responsable de la casa común. Para la Iglesia, estas acciones son importantes, pero también es necesario ser consiente que el paradigma debe gestarse desde la institución más básica de toda sociedad, la familia, pues es desde lo concreto de la vida que es posible un cambio y una transformación de lo real.

Pero, ¿Cómo desde el hogar es posible aportar a esta problemática? Quizás uno de los principios básicos para lograr una verdadera conversión ecológica, no es el anhelo de volver al campo y cuidar de una ecología ideal, sino que, es desde la responsabilidad de nuestro hogar, con el trato a las mascotas, con el cuidado de las plantas de la casa, con la ayuda para mantener limpias las zonas verdes del barrio o incluso pertenecer a diversos grupos sociales que velan por conservar las zonas verdes y fuentes fluviales que se encuentran en cada sector.

Ahora en la relación con Dios creador, se debe gestar una espiritualidad que permita una armonía con la naturaleza y con el ser humano en general; fraternidad y búsqueda del bien común son los pilares de esta conversión de la espiritualidad, la cual posibilita una relación armónica con todas las creaturas y con Dios, esta experiencia debe ser desde lo concreto hacia lo más grande, desde las pequeñas acciones hacia transformaciones reales y esenciales.

El imperativo de vivir en armonía y en paz con el mundo y con los hermanos es la expresión y fruto de una espiritualidad orante, y consiente que el lugar de la realización del Reino de Dios está bajo nuestros pies. Así pues, la sobriedad, la contemplación de la creación, y el actuar humano en el mundo constituyen actitudes concretas que el individuo desde su relación con Dios, con la creación y con los hermanos debe vivir en lo ordinario y cotidiano de la vida. Los santos, es decir quienes nos precedieron en la fe e hicieron camino de conversión, hablan de la humildad como la herramienta principal para encontrar la verdadera felicidad, pues el reconocer lo que se es y por ende necesitar poco, es algo que permite una libertad para hacer las cosas de Dios, y hacer lo que verdaderamente importa: actos de verdadera caridad. Pues desde las pequeñas acciones cotidianas es posible alcanzar ver el rostro misericordioso de Dios, el cual lo encontramos en la verdad, bondad y belleza de las cosas creadas.


Bibliografía

Francisco P. (2015) Encíclica Laudato Si Sobre el cuidado de la casa común. Ciudad del vaticano: Tipografía Vaticana.


Por: Fray José Eduardo Pardo Carrillo, O.P. y Fray Jaider Jiménez Yacely, O.P.


Por: Fray Fabián Leonardo Rueda Rueda, O.P. y Fray José Ángel Vidal Esquivia, O.P.



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