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Construir comunidad cristiana en tiempos de Covid

|  octubre 28 de 2020 | POR: Fray Daniel Yovani Sisa Niño, O.P. | 

Para la fe cristiana, el momento en el que comienza la comunidad cristiana es el llamado de Jesús a sus apóstoles, pues la fuerza de su palabra crea unidad, esto se consolida en el momento de la resurrección, ya que es la certeza de Jesucristo resucitado lo que da sentido y vitalidad a la Iglesia naciente; sin embargo, después de esto el Imperio Romano que lo había crucificado se hizo cristiano bajo el beneplácito político de Constantino (272-337 d.C.), esta historia épica tuvo ese desenlace, en el que es posible encontrar algunas continuidades y rupturas con lo que hoy se conoce como Iglesia Católica. En el presente escrito se pretende abordar algunas consideraciones historiográficas, teológicas y reflexivas, para poder actualizar el mensaje cristiano y el proceso histórico del cristianismo. De tal modo, tomando como punto de partida las primeras comunidades cristianas, las cuales en su diversidad y problemas lograron construir la institución y el ethos cristiano. Así pues, en nuestro contexto de pandemia mundial es necesario volver a pensar en cómo construir comunidad, en cómo hacer Iglesia en estos tiempos de confinamiento y distanciamiento social.

El proceso de pandemia en el mundo ha denunciado la necesidad de relaciones humanas serias y duraderas, pues es la capacidad de asociación la que, ha posibilitado que instituciones como la universidad, el estado y sin lugar a dudas la Iglesia prosperen en la historia. De tal modo, frente al distanciamiento social y frente al estrés que supone estar encerrados surgen nuevos retos para construir una verdadera comunidad cristiana. En primer lugar, hacer comunión eclesial tiene su punto fundamental en la eucaristía pues desde sus inicios el cristianismo ha visto en el sacramento de la Eucaristía, un sacramento que nos une a Cristo, pero también nos une al hermano. De este modo, en la Iglesia de los primeros siglos, la eucaristía expresaba la comunión de una comunidad, pues la oración, la escucha de la palabra de Dios y la comunión sacramental sólo tenían sentido si se compartía con el hermano.

Sin embargo, ¿cómo hacer comunidad desde la virtualidad? Frente a estas situaciones la creatividad ha posibilitado qué la Iglesia exprese su fe desde múltiples formas en las redes sociales y diversos medios de comunicación; pero hay que preguntarse si esta nueva realidad a la que el mundo se enfrenta es capaz de generar una comunidad cristiana. Quizás, esta crisis de salud en el mundo ha denunciado la necesidad de estar con el otro, ha generado la posibilidad de extrañar al prójimo, de extrañar incluso a familiares. Así pues, desde este nuevo reto es necesario seguir construyendo comunidad cristiana, seguir construyendo Iglesia, haciendo de la virtualidad una forma de prespecialidad, pues los medios de comunicación ofrecen múltiples herramientas para construir comunidad, pero solo son herramientas, la virtualidad no puede reemplazar a una comunidad concreta, pero si puede ser excusa para crearla.

Las primeras comunidades cristianas nacen debido al testimonio y a la predicación de los apóstoles; pero, muy pronto se enfrentan a la adversidad, pues frente a las persecuciones, al martirio y a los fuertes cuestionamientos al Evangelio es que las primeras comunidades cristianas se constituyen y se fortalecen, pues desde esta adversidad los cristianos emprenden no sólo una huida, sino un proceso de occidentalización del cristianismo pues en su expansión abarcan el orbe conocido. Es de notar que la fortaleza, y la inteligencia de los primeros cristianos es admirable, pues enfrentarse a una realidad cruel fue lo que constituyó una configuración de comunidad, un desarrollo teológico y una preocupación por defender su fe.  Ahora bien, la distancia y las dificultades de comunicación hace que cada comunidad sea distinta, esto hace que existiera una serie de riñas o disputas teológicas, lo cual permitió que la comunidad cristiana de los primeros siglos se preocupara por construir una mejor teología, buscara una unidad litúrgica y pudiera expandirse por el Imperio.

Pero, ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad de una formación de una comunidad eclesial? ¿De qué modo, es posible construir una comunidad en medio de esta realidad? Quizás volver a pensar en la tradición de la Iglesia puede ofrecer un punto de partida para enfrentar la adversidad y construir comunidad en este momento histórico. Las comunidades eclasiales de Base comúnmente conocidas como CEBs surgen en Brasil como un modelo nuevo para hacer Iglesia, pues el volver a mirar las primeras comunidades que se reunían para compartir la palabra, los sacramentos y testimoniar su fe, es definitivamente una escuela de formación humana y cristiana para hacer Iglesia en el contexto latinoamericano. La propuesta de las CEBs en este contexto de coyuntura histórica es lo que permitiría reunir fuerzas y esperanzas para salir adelante en medio del dolor y de la angustia. Al igual que los primeros cristianos que en medio de condiciones adversas fueron capaces de unirse y luchar por su esperanza; así, el presente exige una unidad que posibilite mantener encendida la antorcha de la fe, la esperanza y la caridad.

En la V conferencia para Latinoamérica y el Caribe se propone las comunidades eclesiales de base como un modelo para responder a las necesidades de la Iglesia en su tiempo, por lo que las comunidades tratan de buscar, ya no la masificación y el anonimato de los grupos, sino que en comunidades pequeñas se lea la Palabra y se aprenda a vivir en fraternidad, lo cual implica necesariamente las diferencias y los choques, pero por eso mismo, son escuelas de amor y santidad. Quizás al igual que los primeros cristianos de la adversidad construyeron Iglesia, de la persecución, el martirio y de las disputas doctrinales forjaron la institucionalidad y la universalidad de la Iglesia, así de las vicisitudes entre estas comunidades eclesiales es posible seguir caminando y construyendo Iglesia.

Ahora bien, ¿en dónde y de qué modo es posible formar estas comunidades de base? Principalmente y en este contexto, el lugar privilegiado para aprender a formar fraternidad es en la familia y en la parroquia,  pues allí, es donde se aprende a formar comunidad cristiana, es en el seno del hogar donde se forjan las bases de cada individuo, como también las capacidades para relacionarse con otros; sin embargo, la familia sigue suponiendo lo meramente privado y propio, y hacer comunidad cristiana siguiendo el horizonte histórico, es salir de sí mismo, y de lo privado, para abrirse a un universo desconocido, ese universo que es el otro, el diferente.  Por lo que es necesario lanzarse a la aventura de compartir la fe, con las personas que conforman la parroquia, es necesario establecer vínculos sólidos que sostengan en momentos de adversidad. Hacer comunidad cristiana es importante para crecer en la fe, para crecer como persona, y para construir verdaderas sociedades que respondan con eficacia y astucia a la historia que nos pertenece, y es en este punto donde el ethos cristiano, es decir la forma de vida del cristianismo pone sus bases en el amor, pero un amor con inteligencia ya que es con amor e inteligencia que es posible tomar las riendas de nuestro propio destino, ese destino que construimos en comunidad.


Bibliografía
DE CONSTANTINOPLA, S. (2017) Historia Eclesiastica I. Colección Biblioteca de Patrística. España: Editorial Ciudad Nueva.
FIGUEREDO, Antonio. (1991) La vida de la Iglesia Primitiva. Bogotá: CELAM.
JEDIN, Hubert. (1966) Manual de Historia de la Iglesia I. Barcelona: Herder.
RODRIGUEZ, Cesar. (2013) Las comunidades eclesiales de base (CEBS) a la luz de Aparecida. Bogotá.


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