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Monseñor Mauricio Vélez García
Visita Nuestro Convento con Eucaristía

|  mayo 12 de 2022  |

El día Jueves 5 de abril, cuando celebramos la Memoria de San Vicente Ferrer, presidió la Eucaristía Conventual, el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Medellín, Monseñor Mauricio Vélez García quien recibiera su ordenación episcopal el 25 de febrero de 2017.

Viene siendo costumbre de Monseñor Mauricio visitar las comunidades religiosas, tanto masculinas como femeninas, en ambiente de oración y de fe, en torno no solo a la Mesa Eucarística sino también en el compartir con las comunidades la vida y misión que realizamos en la Arquidiócesis, ya sea en reunión comunitaria o en el compartir los alimentos en el refectorio o comedor común.

La eucaristía la tuvimos como de costumbre a las 7:00 A.M con las laudes solemnes integradas. Estuvimos presentes  nueve (9) hermanos de la Comunidad: Fr. Alexander, Prior; Fr. Ricardo Subprior; Fr. Jesús Antonio, Fr. Gilberto, Fr. Jaime Alberto, Fr. José Bernardo, Fr. Fredy y Fr. Jhon Wilder. 

Monseñor Mauricio antes de dar inicio a la Eucaristía, nos transmitió el saludo de nuestro Arzobispo Monseñor Ricardo Tobón y manifestó la alegría de encontrarse en medio de una comunidad dominicana, aunque sí lo ha hecho por medio de la Parroquia Santo Tomás de Aquino cuando ha debido venir a presidir las ceremonias de confirmaciones.

En la Homilía Monseñor hizo en primer lugar referencia a San Vicente Ferrer (1350- 1419): Misionero por gran parte de Europa. Incansable predicador en gran parte del continente. Los pueblos salían a recibirlo cuando llegaba a predicarles y sus sermones eran transcritos y recorrían toda Europa en los que se empeñó en advertir sobre la llegada del fin de los tiempos, razón por la que fue conocido como el “ángel del Apocalipsis”. 

Nos hace ver el obispo, que San Vicente pudo leer la realidad de Europa desde los tratatos de Espiritualidad y teología y con su predicación supo dar una palabra de esperanza a quienes mostraban necesidad de Dios. Es por ello que tuvo el don y la capacidad de llenar plazas con su predicación. Y este es una enseñanza que debemos poner en práctica como dominicos.

A continuación, nos habló de cuatro retos que hay que tener presentes para la evangelización en el mundo de hoy:

El primero es el materialismo: Los valores se han invertido. Antes las cosas estaban al servicio de los hombres y hoy son los hombres al servicio de las cosas.

El Segúndo reto es el individualismo descarnado: Aquí la libertad juega un papel importante. Las personas tomán decisiones sin discernir si non buenas o malas.

Un tercer reto – problema es el relativismo religioso: El mundo está perdiendo la capacidad de creer, la capacidad de amar y la capacidad de anunciar el Reinado de Dios. Insistió en la importancia y necesidad de la oración y ésta en comunión con al Iglesia y de manera especial sobre el tiempo que debemos sacar para hacer el Oficio de las Horas, que no es otra cosa que pasearnos por la unidad de la Iglesia, al ir día a día pasando las hojas del breviario en cada una de sus horas litúrgicas en comunidad.

El cuarto reto es el hedonismo. La nuevas generaciones están en busca del máximo placer y le tienen miedo al sufrimiento y al dolor. El hombre de hoy cree que el ser humano es sólo y únicamente lo que experimenta.

Urge a los predicadores, enfocar su predicación de manera clara y convincente en el Reino de Dios, pensando en cuál es mi responsabilidad con los demás y conmigo mismo. Nos recuerda que se nos ha olvidado ser prójimos. La invitación es a vivir a la manera de Jesús, haciendo siempre el bien. Él tenia siempre tiempo para quien se le acercaba: escucha a la gente y su respuesta siempre era si puedo, si tengo tiempo, si soy capaz. Como sacerdotes debemos recuperar el ministerio del servicio. Recobrar la autoridad sobre la palabra, la autoridad sobre lo que anunciamos y predicamos. Estamos llamados a vivir como Santo Domingo, hablar con Dios y hablar de Dios. 

En consonancia con la Pascua, el obispo, consciente que le está hablando a los Frailes Predicadores, nos alerta que como predicadores y discípulos del Resucitado no debemos apegarnos a las cosas del pasado. Para explicarlo hace referencia al “Tiempo” y por ende trae a San Agustin de Hipona en las Confesiones:  «Si no me preguntáis qué es el tiempo, me parece que lo sé; pero si me lo preguntáis, yo no sabré decirlo». Esto para decirnos que lo importante es vivir el presente  con esperanza, porque es lo único que existe realmente. El pasado ya se fue y el futuro aún no ha llegado.  La idea primigenia y fundamental del tiempo es el «ahora». Todo ser es presente y Dios vive en eterno presente, en eso consiste su ser de Dios.

Para los cristianos, continua el obispo, el presente tiene un nombre: Jesucristo. La resurrección hace referencia a un Dios presente. Jesús cuando se les aparece a los apóstoles no les recuerda ni habla del pasado: no pregunta por judas, ni por los sumos sacerdotes, ni por pilatos, etc. Jesús no se desgasta indagando los hechos y situaciones del pasado.

El resucitado inicia un nuevo camino: Les da la paz. Les dice vayan y anuncien. Y su pregunta y preocupación principal es la que le hizo a Pedro y en él a nosotros: ¿Me amas?. Nada en al vida es accidental, siempre lo que nos sucede hay que leerlo como providencial, porque ahí hay que escuchar la voz de Dios que nos habla.

Por último, nos invita a preguntarnos desde la óptica pascual: ¿Dónde nos quiere Dios? ¿Dónde nos necesita? ¿Qué espera de nosotros? ¿Para qué nos quiere?, Debenos dejar a Dios ser Dios en nuestras vidas, fue su exhortación final.

Al terminar la eucaristía, el Prior del Convento Fray Jhon Alexander Sánchez Barreto, agradeció a Monseñor Mauricios la deferencia de haber tomado la iniciativa de compartir entorno a los misterios de la fe, la cercania y fraternidad saerdotal y a travéz de él se envió en nombre de la comunidad los saludos pascuales al Señor arzobispo. Con estas palabras entonamos el canto a la Virgen María.

Después de la Eucaristía, Monseñor Mauricio compartió con la comunidad el desayuno, con el compromiso de hacer posible estos encuentros con mayor periodicidad.

Que por la interceción de San Vicente Ferrer ministro de la predicación evangélica, el Señor nos conceda la gracia de ver glorioso en el cielo a nuestro Señor Jesucristo, cuya venida a este mundo como juez, anunció San Vicente en su predicación: Timete, Deum et date illi honorem, quia venit hora judicii eius (Temed a Dios y dadle honor porque viene la hora del juicio).


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