En consonancia con la Pascua, el obispo, consciente que le está hablando a los Frailes Predicadores, nos alerta que como predicadores y discípulos del Resucitado no debemos apegarnos a las cosas del pasado. Para explicarlo hace referencia al “Tiempo” y por ende trae a San Agustin de Hipona en las Confesiones: «Si no me preguntáis qué es el tiempo, me parece que lo sé; pero si me lo preguntáis, yo no sabré decirlo». Esto para decirnos que lo importante es vivir el presente con esperanza, porque es lo único que existe realmente. El pasado ya se fue y el futuro aún no ha llegado. La idea primigenia y fundamental del tiempo es el «ahora». Todo ser es presente y Dios vive en eterno presente, en eso consiste su ser de Dios.
Para los cristianos, continua el obispo, el presente tiene un nombre: Jesucristo. La resurrección hace referencia a un Dios presente. Jesús cuando se les aparece a los apóstoles no les recuerda ni habla del pasado: no pregunta por judas, ni por los sumos sacerdotes, ni por pilatos, etc. Jesús no se desgasta indagando los hechos y situaciones del pasado.
El resucitado inicia un nuevo camino: Les da la paz. Les dice vayan y anuncien. Y su pregunta y preocupación principal es la que le hizo a Pedro y en él a nosotros: ¿Me amas?. Nada en al vida es accidental, siempre lo que nos sucede hay que leerlo como providencial, porque ahí hay que escuchar la voz de Dios que nos habla.
Por último, nos invita a preguntarnos desde la óptica pascual: ¿Dónde nos quiere Dios? ¿Dónde nos necesita? ¿Qué espera de nosotros? ¿Para qué nos quiere?, Debenos dejar a Dios ser Dios en nuestras vidas, fue su exhortación final.
Al terminar la eucaristía, el Prior del Convento Fray Jhon Alexander Sánchez Barreto, agradeció a Monseñor Mauricios la deferencia de haber tomado la iniciativa de compartir entorno a los misterios de la fe, la cercania y fraternidad saerdotal y a travéz de él se envió en nombre de la comunidad los saludos pascuales al Señor arzobispo. Con estas palabras entonamos el canto a la Virgen María.
Después de la Eucaristía, Monseñor Mauricio compartió con la comunidad el desayuno, con el compromiso de hacer posible estos encuentros con mayor periodicidad.
Que por la interceción de San Vicente Ferrer ministro de la predicación evangélica, el Señor nos conceda la gracia de ver glorioso en el cielo a nuestro Señor Jesucristo, cuya venida a este mundo como juez, anunció San Vicente en su predicación: Timete, Deum et date illi honorem, quia venit hora judicii eius (Temed a Dios y dadle honor porque viene la hora del juicio).