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Encuentro de familias Convento Enrique Lacordaire
en la Solemnidad de Santo Domingo

| agosto 22 •  FR. JOSÉ BERNARDO VALLEJO MOLINA O.P • Prior Conventual |

Con el ánimo de colocar en práctica la exhortación que nos hizo el Capítulo Provincial de Chiquinquirá del 2018: La vida consagrada está llamada a ser asumida con una renovada esperanza y como consagrados estamos llamados a ser testimonio elocuente del seguimiento de Jesús y de la verdad del Evangelio (cfr. Actas Nº  42) el Convento Enrique Lacordaire, en cabeza del Prior Fr. José Bernardo Vallejo Molina O.P,  organizó, en el marco de la celebración de la Solemnidad de nuestro padre y fundador Santo Domingo de Guzmán, un encuentro con las familias de los frailes asignados.

En la invitación que el Prior les hizo llegar con anterioridad a todas las familias, por medio de los frailes proponía el objetivo: “La Comunidad Dominicana es una familia de la cual ustedes también forman parte, por tal razón nuestra comunidad ha querido reunir en nuestro Convento los días 6, 7 y 8 de agosto, a los papás (padre y madre), hermanos y demás familiares de los frailes, con la finalidad de integrarnos, conocerlos y agradecerles su cercanía y cariño a nuestra comunidad y en nosotros a toda nuestra Orden de Predicadores”. Invitación que contenía de manera detallada la programación de estos tres días.

El día martes 6 de agosto, desde las horas de la mañana fueron llegando las familias que se hospedaban en el Convento:  El señor Eliecer Torres  y la señora Marta  Castro, padres de Fr. Ricardo Torres Castro O.P quienes estaban de aniversario matrimonial (42 años) y hacia las dos de la tarde arribaron al convento la señora Jaidy Hincapie Hernandez, Mamá de Fr. Jhon Wilder  Alarcón Hincapié O.P acompañada por su hija  Solanyi Andrea Alarcón Hincapié  y dos sobrinos, e uno y seis años y con ellos  la Señora María Nilsa Fino , madre de  Fr.  Ángel Orlando Rojas Fino y su hermanita Sara Velasco  Fino de siete años de edad.

Hacia las 5:30 p.m  la Señora Ana Luisa Molina Velásquez, con 86 años de edad, mamá de nuestro Prior llega al convento acompañada por su hija mayor Amparo del Socorro Vallejo Molina completando así la presencia del padre y madres que confirmaron su asistencia. A continuación se hcieron presente los familiares de los hermanos antioqueños: Fr. Jesús Antonio Ceballos Giraldo (Hermanos, cuñados y sobrinos); Fr. Gilberto Londoño Villegas (su hermana Emma); Fr. Jaime Alberto Díaz Serma (Hermanos,  sobrinos y primos);  Fr. Giovanni Guarnizo Valenzuela (un primo y su señora),  hasta completar cerca de 65 personas. Nuestros demás hermanos: Fr. Mauricio Ruiz Durán, Fr. Germán Correa Miranda, Fr. Ismael Enrique Arévalo Claro y Fr. Rubén Darío López unieron sus corazones para hacer presentes a sus familiares que por diversas circunstancias no les fue posible unirse a tal celebración. Así se hizo realidad un sueño que la comunidad había plasmado en su proyecyo comunitarios del presente año.

Siendo las 6:30 de la tarde, hora de la cita, nos encontrábamos todos en la capilla conventual, frailes y familiares, dando inicio al encuentro con el rezo de las Visperas de la Solemnidad de la Trasfiguración del Señor,  y con una breve intruducción Fr. Giovanni Guarnizo Valenzuela O.P explicó lo que en la vida dominicana significa el rezo del Oficio Divino, desde las horas de la mañana con las Laudes, Oficio de Lecturas a medio día, las Vísperas y Completas para terminar las labores del día que incluye la Salve a Nuestra Señora la Virgen María y el Himno a Santo Domingo.

Las vísperas estuvieron presididas por el Subprior del convento Fr. Ricardo Ernesto Torres Castro O.P. Toda la salmodia estuvo cantada y amenizada con organeta. Después de la lectura bíblica, el subprior dirige una breve reflexión a los presentes en torno al encuentro y al reunirnos como familia, familias en la Familia Dominicana,  signo de comunión, de compartir la fe, la esperanza y el amor, que como un solo cuerpo estamos llamados a dar testimonio que la unidad es posible, manteniendo la diversidad de profesiones, de vocaciones y responsabilidaddes.

Terminadas las vísperas nos dirigimos al primer piso del Convento, donde todo estaba preparado para la Gran cena de Bienvenida y la musica que ambientaba y daba brillo y color a este momento de gran sentido y significado a la vida de los hermanos. Mientras de distribuía la copa de vino para el brindis, el prior difigió las palabras de bienvenida:

“Como Prior del Convento Enrique Lacordaire de Medellín, tengo el gusto y la alegría de darles en nombre propio y de mis hermanos de hábito la Bienvenida: a las tres mamás y al único papá Don Eliecer Torres; a los hermanos, primos, sobrinos, sobrinos nietos,  cuñados y amigos. Les agradecemos que hayan acogido nuestra invitación que fue idea de todos en nuestra reunión capitular.

Estoy seguro que Ustedes como nosotros, aún mantenemos vivo el recuerdo de las tomas de habito, las profesiones, el diaconado, la ordenación sacerdotal en el que era maravilloso ver reunidas las familias degustando de esas alegrías.

Ustedes papás han dado hijos a la Iglesia y a la Orden (nos han regalado); ya no les pertenecemos pero ustedes si que le pertenecen a la Orden de Predicadores: Son tan dominicos y dominicas como nosotros. Han aprendido a amar a Santo Domingo y a nuestra comunidad.

Por ello hemos escogido como fecha del encuentro la Solemnidad de nuestro padre y fundador: Santo Domingo de Guzmán, para que puedan ver con sus ojos qué gran familia somos, qué maravillosa familia es la Dominicana.  La  Comunidad Dominicana es una familia de la cual ustedes también forman parte. Eso nos mantiene unidos en la fidelidad que profesamos.

La finalidad de nuestro encuentro es el de conocerlos  y que nos conozcan.  Y para que escuchen de nuestros labios los agradecimientos por su cercanía y cariño a nuestra comunidad y en nosotros a toda nuestra Orden de Predicadores.

Como Prior quiero decirles que tienen unos hijos, hermanos, tíos, primos maravillosos etc. Y se los digo de corazón, son maravillosos en todos los sentidos de la palabra: Aquí vivimos como hermanos, vivimos en comunidad y somos familia. Oramos, predicamos, estudiamos, trabajamos, nos ayudamos, compartimos la fe y la vida. A nosotros también nos toca hacer realidad la fórmula de los esposos al dar el consentimiento de entrega en el momento del matrimonio: En las alegrías y las tristezas;  en las prosperidad y en la adversidad;  en la salud y en la enfermedad; en la juventud y en la vejez… Amarnos y respetarnos hasta que la muerte nos separe.

Por último una confesión: Estamos aquí, fieles a nuestro llamado a ser religiosos y vivir religiosamente nuestra vida, gracias a sus oraciones. No se cansen de seguir orando por nosotros, son sus oraciones las que nos mantienen en pie: Caemos pero nos levantamos gracias a que ustedes nos tiene presentes en cada plegaria del día; esas oraciones son vitamina que nutre, son bálsamo que curan las heridas, las llagas y toda enfermedad del cuerpo y del espíritu; son aceite que nos fortalecen y animan para mantenernos en buena forma en esta misión que hemos recibido: ser Predicadores del Evangelio con la palabra y la vida.  Gracias, mil gracias. Estamos felices, dichosos, plenos, realizados por tenerlos como una sola familia disfrutando de su presencia. Bienvenidos y salud”

A continuación cada fraile del convento fue haciendo la presentación de los miembros de su familia que se habían hecho presente: Lugar de procedencia, nombre y consanguinidad, presentación que estuvo intercalada entre cantos y aplausos que iban haciendo remembranza de las distintas èpocas de antaño, el ayer y el hoy que se abrazaban para alegrar los corazones e ir pintando un  paisaje  dominicano que muestra la riqueza del ser y el quehacer  de quienes engendraron para la vida y en ella a nestra vocación.

Al terminar las presentaciones las familias se fueron ubicando en las mesas preparadas para la cena y así continuar la integración  de familias y la Comunidad intercambiando libremente los puestos para propiciar conversaciones y diálogos.

Como la oportunidad lo ameritaba, se contrató una empresa que organizara la cena y con meseros que propiciarán estar todos en función de hacer placentera la estadía de los invitados y el compartir estos momentos de encuentro que redundarán en fortalecer nuestra vida fraterna.

Mientras se degustaba el menú al son de la música, al más alto nivel de un concierto, los frailes se iban juntando, cada uno sacando su vena musical y sus dotes de interprete,  con el único propósito de agradecer con la música la presencia y avivar la llama de la alegría y felicidad de ser familia Dominicana.

Mientras se degustaba el menú al son de la música, al más alto nivel de un concierto, los frailes se iban juntando, cada uno sacando su vena musical y sus dotes de interprete,  con el único propósito de agradecer con la música la presencia y avivar la llama de la alegría y felicidad de ser familia Dominicana.

Una y otra interpretación hicieron pasar las horas hasta casi la media noche. Nadie quería partir pues la familiaridad se había apoderado se nuestros espíritus y fortalecido nuestros cuerpos, que aunque cargados de años se rejuvenecían cual scouts alrededor de una fogata reunidos en un solo ideal, la alegría de vernos reunidos. Por ello nada podía interrumpir tal armonía. Es así que las palabras de la mamá del Prior Conventual, Ana Luisa Molina de Vallejo, que tenía preparadas unas palabras de saludo debieron esperar esta crónica para dar fin a esta noche de gala inolvidable para cada uno de los frailes del Convento.

“Plena de felicidad me dirijo a todas y cada una de las familias de los frailes dominicos aquí presentes, para expresarles un caluroso saludo. Somos la familia dominicana y la familia humana tan extensa, que nunca terminaríamos con tantos parentescos que la conforman, pero que son nuestra razón de ser.

Somos la célula de la sociedad, y debemos ser en medio de ella fermento de unidad, de paz, de amor y que nunca nos falte la fuerza de la fe en las tinieblas de nuestra vida, para cumplir fielmente nuestros deberes, teniendo como ejemplo la familia de Nazaret: Jesús, María y José y el colocar en práctica las enseñanzas del Evangelio.

Son mis vivencias un respirar del alma, al recordar la infancia de mi hijo José Bernardo haciendo las veces de sacerdote, haciendo altarcitos, predicando, dando misa y repartiendo comunión con hostias de banano y hoy verlo realizado como fraile de la orden de Predicadores.

Para mí,  no ha existido una gracia mayor, ni honor más alto, ofrecer a Cristo y a la Iglesia, un hijo al menos, para que esté consagrado y ungido y sea una voz que proclame la Palabra de Dios y procure la salvación de las almas.

Que nuestra Señora la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, patrona de Colombia, renueve nuestros corazones,  para impulsar el servicio evangelizador en todas nuestras familias. Muchas Gracias”

Con esta bienvenida y el  compartir, finalizamos el primer día del triduo dominicano con y para las familias, que continuó el miércoles 7 de agosto con la Familia Dominicana y el tercer día la solemnidad de Santo Domingo como culmen del encuentro.

 


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