Con gran alegría la Familia Dominicana de Colombia celebró el pasado 2 de febrero la apertura del año jubilar Dies natalis de su fundador Santo Domingo de Guzmán. Cada uno de sus hijos e hijas en el mundo entero festejan con júbilo durante todo el 2021 ochocientos años del tránsito del santo español a la eternidad bienaventurada, quien entregaba su alma a Dios un 6 de agosto de 1221 con unas palabras esperanzadoras para sus frailes: “no lloréis por mí, yo les seré más útil desde el cielo”, como cuenta la biografía escrita por su sucesor y gran amigo el beato fray Jordán de Sajonia.
Honrar la memoria de santo Domingo en su paso de este mundo al cielo significa dar gracias a Dios por la particular santidad que le ha concedido a la Iglesia y al mundo a través de la vida de este hombre castellano, apasionado por la verdad, amante de la Iglesia y compasivo por los pecadores de su tiempo que, impedidos por una malformación de la fe, se alejan de Dios y pierden su vida.
Este es un tiempo de gracia, en el que la Orden de Predicadores y todas las ramas de su familia, monjas, frailes, laicos y religiosas, se sientan a la mesa con santo Domingo (tal como se llama la pintura más antigua que se conoce del santo y sus primeros frailes) para manifestar la comunión de vida con él, su fidelidad y la alegría de sentirse hermanos en virtud de la misión que Dios les ha encomendado: Predicar el Evangelio. Esto sugiere preguntarse por la vigencia del carisma y la altura con la que los predicadores y predicadoras cumplen su misión en medio de tiempos tan coyunturales como los nuestros.
Con miras a esta renovación de la comunión con Santo Domingo, este jubileo en Colombia contará con tres dimensiones celebrativas. En primer lugar, a través de la acción litúrgica y misionera en comunión con la Iglesia Universal; en segundo lugar, mediante un abordaje académico sobre la figura y obra del santo; y en tercer lugar, por medio de una amplia mirada artística y socio-cultural del impacto de su carisma en el mundo, y en el país. Estas dimensiones estarán nutridas de actividades específicas llevadas a cabo por miembros de la Familia Dominicana.
Pedimos la intercesión de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, reina y patrona de Colombia, y la intercesión de nuestro padre Santo Domingo para que sus palabras de esperanza resuenen aún hoy en nuestra misión de predicar el Evangelio.