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¿Hay salvación fuera de la Iglesia?

|  septiembre 27 de 2024  | Por: Fr. Andres Eduardo Coronado Villalba, O.P. | 

Cuando leí este evangelio no pude evitar plantearme la pregunta: ¿hay salvación fuera de la Iglesia? Esto por el contexto de la visita del Papa Francisco el 13 de septiembre de este año a Singapur y por sus palabras a los jóvenes, lo cual ha generado polémicas para un sector de la Iglesia. El Papa dijo: “todas las religiones son un camino para llegar a Dios”. Es probable que la polémica esté motivada por el evangelio de Juan 14, 6 que dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene a al Padre sino por mí” y por la creencia de muchos de “Extra Ecclesiam nulla salus”

Tenemos que saber que dicha frase se ha ido moderando a lo largo del tiempo. El Concilio Vaticano II en el documento Lumen Gentium afirma que la salvación es accesible a todos y se reconoce la salvación fuera de la iglesia, en el sentido de la búsqueda de Dios sincera. También expone que hay que reconocer la verdad y la gracia que hay en otras religiones. Pero por qué hablar de otras religiones debido a este evangelio. Pues bien, aquí entran dos palabras que han estado muy en uso: ecumenismo (diálogo con otros cristianos) y diálogo interreligioso (diálogo con otras religiones). Ambas están muy de la mano porque son la apertura de la Iglesia a otras confesiones diferentes a la católica.

En el evangelio que leemos este domingo podríamos hablar, anacrónicamente, de ecumenismo porque son personas que no son discípulos de Jesús, no son seguidores de Jesús; es decir, no hacen parte del grupo de los apóstoles, pero si hacen milagros en nombre de Jesús, expulsan demonios. Y Jesús da las pautas para un diálogo con estas personas, las reconoce y las valida diciendo: “no se lo impidan, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. Él que no está contra nosotros está a favor nuestro”.

Esta perícopa nos sugiere que la obra de Jesús y el poder para expulsar demonios, incluso, para hacer milagros, no se limita exclusivamente a sus seguidores directos, sino que también se puede manifestar en otras personas. Jesús, abierto a las posibilidades del encuentro con el otro, a la bendición de reconocer a los demás y propiciar el acercamiento con el fin de crear lazos de amistad, también dice en un pasaje bíblico: “todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12,50), aquí lleva los lazos de filiación a un nivel más amplio que el de la sangre posibilitando la cercanía familiar con otros. Es más, son muchos textos evangélicos en los que Jesús permite y valida a los que eran excluidos como la samaritana, los leprosos, etc.

¿Debemos entonces cerrar las puertas que Jesús abrió a los que no piensan ni creen lo mismo que nosotros? O más bien debemos tener la apertura para lograr la paz aceptando las verdades que hay en los demás y no centrándonos en lo que nos diferencia y distancia. El Papa Francisco entendió muy bien el evangelio y por eso nos da ejemplo de acercamiento y validación de otras confesiones religiosas, porque sabe que lo principal es poder dialogar y para eso hay que reconocernos entre iguales. Qué sea nuestro testimonio el que transparente a Jesús y que no sean nuestras palabras de rechazo quien quiera imponerlo negando al otro.


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