Del 23 al 25 de agosto de 2024 en el municipio de Fusagasugá – Cundinamarca (Casa de Espiritualidad Salesianum), se desarrolló el tercer Encuentro de Formación Permanente dirigido a frailes entre los 51 y 65 años. Este espacio contó con la participación y la dirección de fr. Héctor Manuel Calderón Muñoz, OAR, Agustino Recoleto y más de 20 frailes de la provincia de San Luis Bertrán de Colombia.
El encuentro giró en torno a reflexiones como la humanización del fraile, la superficialidad en la vida común, el amor autentico, sus fragilidades y debilidades y especialmente su permanente relación con Dios.
Los puntos claves:
- Familiarizarse con el Maestro interior, sin negarse a la interioridad, sino descubrir en profundidad lo que son. Cuando el religioso camina hacia el hombre interior se fortalece para responder mejor ante las situaciones de la vida y encontrar sentido a lo que es y hace.
- Humanizar mucho más las relaciones. Esta vía conduce a vivir al Hombre por excelencia: Cristo. Vivir desde la humanidad sentida y encarnada, sin temor a la debilidad. El religioso debe ser el hombre sencillo, cercano, sabe ser compasivo desde su yo profundo.
- Compromiso con determinación y compartir con los demás no superficialmente, sino con amor autentico, por Dios, buscando su propio bien, último y pleno. El consagrado no utiliza a las personas, sino que desde si interior lleva a que cada uno saboree el amor de Dios con libertad y alegría.
- Ser hombre de interioridad desde un triple movimiento: Hacia dentro (uno mismo), Hacia lo alto (Dios) y hacia fuera (los demás).
- Con una interioridad centrada en la Palabra de Dios. Al religioso no puede faltarle el contacto diario con la Palabra, de donde descubre la voluntad de Dios y la invitación continua a la conversión hacia el Dios interior.
- En continua lucha, tomando conciencia da sí mismo y contra las corazas que el “yo” se ha ido poniendo para protegerse. En el viaje hacia el interior no tiene miedo de experimentar la soledad, la sensación de fracaso, porque sabe que Dios es su Maestro que va guiando su vida.
- En la búsqueda continua de la humildad. Huir de la mala consejera: la soberbia, vaciándonos del “yo falso”. Es el hombre sencillo, que dejándose guiar, practica la caridad, para recorrer la senda humilde y paciente que recorrió el propio Cristo.
- Procura cortar toda dispersión y pasión inútil: enfoca su mirada y su corazón en lo que realmente llena su alma y agrada a Dios. El consagrado pone distancia frente a todo aquello que le impida tener una mirada limpia y un corazón encendido.
- Recupera el carisma. Asumir que necesitan crear una nueva sensibilidad interior para percibir el misterioso actuar de Dios. Los sentidos están cautivos y necesitan liberarlos para ver de verdad.
- Discierne continuamente desde el corazón, aceptando su propia historia, con sus limitaciones y debilidades. No le teme a la fragilidad propia o de los otros, pues sabe relacionarse desde la esencia y la compasión divina: Jesucristo Encarnado.